Fretes contó milagro de la Virgen de Caacupé en el Dakar

Asunción, IP.- Milciades Fretes fue el primer paraguayo que completó un circuito en el Dakar. Dejó bien parado al país y actualmente es uno de los organizadores de la competencia de rally más exigente del mundo que arranca en Asunción, el próximo 2 de enero y que tendrá una primera etapa que cuenta con 39,8 kilómetros, en la zona de la Cordillera.

“Quiero recordar una petición que le hice a la Virgencita de Caacupé y que fue escuchada en una de mis competencias en el rally Dakar que perticipe”, indicó a IP Paraguay el corredor.

Recordó que “anecdotas hay muchas. En una duna, al llegar a Calama rompimos el radiador y vinimos así los 150 kilómetros. Hasta que 10 kilómetros antes de la meta nos quedamos totalmente sin agua. Eran a las 22.00 horas. Realmente no sabíamos qué hacer y lo único del que estábamos seguros es que nos encontrábamos a 10 kilómetros de la meta y tampoco sabíamos dónde estábamos”.

Admitió que “lo único que veíamos en la oscuridad de la noche hasta donde alumbraban las luces del vehículo y las estrellas, porque era una noche tremendamente estrellada”.

Destacó que “antes de la competencia me habían regalado un rosario de madera y lo tenía colgado en la jaula de seguridad del vehículo. Me siento a la camioneta y agarro el rosario con la mano derecha y me pongo a rezar. Había un silencio absoluto”.

El pionero paraguayo en el Dakar, Milciades Fretes, compartió sus conocimientos y anécdotas del rally más exigente del mundo. Foto IP.
El pionero paraguayo en el Dakar, Milciades Fretes, compartió sus conocimientos y anécdotas del rally más exigente del mundo. Foto IP.

Explicó que “no teníamos forma de avanzar, porque avanzar significaba romper el motor. Cuando termino de rezar veo una luces y un ruido muy fuerte y era un camión que estaba en competencia y empieza alumbrar el campo que había todo enfrente. Estábamos a 2.220 metros de altura y el camión empieza a tirarse por la ladera de la montaña y a medida que veía que el camión iba bajando le digo a mi copiloto ‘sentate y ponerte fuerte como nunca en la butaca’”.

“Nos tiramos montaña abajo e hicimos los 10 kilómetros y arrancamos solamente dos veces más el motor en el trayecto y no más de 30 segundos. Llegamos a la meta, porque los 10 kilómetros eran en bajada. Los franceses no podían creer que llegamos sin motor en funcionamiento. Nos aplaudieron, nos dieron de comer, nos dieron agua y también nos dieron 22 litros de agua para poder alimentar el radiador y realizar los próximos 30 kilómetros para llegar a una ruta en donde el equipo de asistencia nos estaba esperando”, relató el corredor.

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