Óscar Romero lesionado y todo le da medio boleto a Racing

Avellaneda.- La Academia se quiere meter en la próxima Libertadores y despedir el año a lo grande, el inoxidable Bou marcó el primero y el paraguayo Óscar Romero, lesionado y todo, se la mandó a guardar a Rodriguez para poner el 2 a 0. Partidazo.

El arranque de la 185° edición del clásico de Avellaneda mostró para qué estaban. Independiente y la posesión de la pelota; Racing y una presión asfixiante. No disimularon ni un instante en mostrar las cartas y, por consiguiente, se dio un partido chato y previsible. El Rojo tuvo la primera de peligro, a los 9 minutos, cuando Vera se escapó por la derecha, arrió a Lollo y envió un centro que superó la estirada de Saja. Cuando Pisano saboreaba el gol, Gastón Díaz despejó con lo justo.

A partir de entonces, Independiente se afirmó en el mediocampo y buscó por las bandas. Con el Cebolla Rodríguez como eje, y con Pisano como aliado, más las constantes proyecciones de Tagliafico y Toledo. Mucho ruido y pocas nueces. Racing, claro, no se lo hizo sencillo porque pobló la mitad de la cancha de volantes e incomodó a los de Pellegrino. Al partido, entonces, le faltó vuelo.

Porque Independiente buscó e intentó, pero no se le cayó una idea. Dependió en exclusividad del ímpetu de Vera. Racing, mientras tanto, armó su fortín en las cercanías de Saja y rezó por Bou. Y así se le dio. A los 38, el delantero armó un jugadón a lo guapo. Recibió de Romero, se llevó por delante a Toledo y a Pellerano y definió ante la salida de Rodríguez para romper el cero y sacudir la modorra en Avellaneda.

Pero eso no fue todo. Dos minutos después, Romero, desde la puerta del área, acaricia la pelota, y la colocó en un rincón, lejos de la estirada del Ruso. Gol y despedida del paraguayo que, por su lesión, le dejó el lugar al veloz Noir, un especialista del contragolpe.

Romero, con dolores en su tobillo, pidió jugar un ratito más antes de ser reemplazado y terminó clavando el 2-0 para Racing. El paraguayo hizo la seña al banco y la decisión de Cocca tuvo sus frutos. “Me duele mucho pero por suerte pude convertir”, dijo apenas terminó el primer tiempo. (olé)

Pellegrino sacudió el banco para la segunda parte: Lucero y Aquino por Cebolla Rodríguez (lesionado) y Pisano. El escenario, sin embargo, fue el mismo. Independiente y su abuso del juego aéreo; Racing con Bou como el Llanero Solitario. Se estaban acomodando cuando el Torito Rodríguez le metió un planchazo a Bou y obligó a Delfino a mostrarle la roja. A Racing, sin querer, se le simplificaba el panorama.

Independiente nunca encontró la brújula y dependió de Vera, el único que inquietó a Saja. Primero con una tijera que se perdió por arriba del travesaño, y luego con un remate desde la puerta del área que se fue cerca del palo derecho. Poco y nada. Racing, en tanto, jugó con la desesperación del Rojo. Y para evitar sustos, Cocca armó una línea de cinco en el fondo con el ingreso de Voboril por Cerro, una muralla impenetrable.

Racing, en definitiva, se fue con una sonrisa gigante porque el plan de Cocca funcionó a la perfección. La Academia ganó el clásico como visitante tras 14 años y quedó a un paso de clasificar a la Libertadores. Con orden y efectividad concluyó un domingo soñado.

(ip/clarin/olé)

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