Londres.-Rupert Wingfield-Hayes fue detenido en el aeropuerto, las autoridades del régimen lo acusan de falsear información.
La complicada situación de los derechos humanos en Corea del Norte no es una novedad. Desde que asumió en 2012, el líder del régimen, Kim Jong-un fue acusado de continuar los pasos de su abuela con desapariciones forzadas, asesinatos y demás violaciones a las libertades individuales. De hecho, el dictador lleva a cabo ejecuciones públicas como forma de advertencia al pueblo de las consecuencias que pueden padecer al pensar distinto o cuestionar al gobierno.
La indignación es mundial. Reporteros Sin Fronteras posicionó a Corea del Norte 179 de entre 180 países en su índice de libertad de prensa. Además, denunció que no existe la libertad de información y que es el agujero negro de las noticias y la información, además de ser un infierno para los periodistas que residen allí: no hay medios de comunicación independientes; la televisión y los diarios son administrados por el Estado y tienen que pasar varios niveles de censura.
Y no son los periodistas locales los únicos que tienen problemas.
La cadena pública británica BBC confirmó la expulsión de uno de sus equipos después de que los tres integrantes del mismo fueran detenidos e interrogados con relación a su cobertura informativa del Congreso del Partido de los Trabajadores norcoreano, en donde Kim Jong-un dijo que sólo utilizará armas atómicas en el caso de que otros países amenacen con los mismos medios la soberanía de su país: «Corea del Norte cumplirá su compromiso con la no proliferación (de armas nucleares) y aspira a lograr un mundo libre de armas atómicas».
El periodista Rupert Wingfield-Hayes, el cámara Matthew Goddard y la productora Maria Byrne fueron detenidos el pasado viernes en el aeropuerto, cuando se disponían a abandonar el país, donde hoy concluye el VII Congreso del Partido de los Trabajadores.
Según la BBC, ese equipo se encontraba en el país por el citado congreso, acompañando a una delegación de premiados con el Nobel. Al parecer, las autoridades norcoreanas se sintieron ofendidas con la cobertura desplegada por el equipo de la BBC, que destacó con sus imágenes algunos aspectos de la vida en la capital.
Tras su detención, Wingfield-Hayes fue interrogado por funcionarios norcoreanos durante ocho horas y obligado a firmar una declaración, según el canal público. Otro periodista de la BBC, su corresponsal en Seúl, Stephen Evans, continúa en Pyongyang.
En declaraciones a la emisora británica Radio 4, Evans explicó que cuando sus compañeros esperaban el pasado viernes para embarcar en su avión de regreso a casa, Wingfield-Hayes fue detenido, junto con su equipo, y trasladado a un hotel separado donde fue interrogado por funcionarios norcoreanos.
Evans indicó que su compañero fue obligado a firmar una confesión en la que admitía que su trabajo había incurrido en imprecisiones y agregó que las autoridades norcoreanas estaban preocupadas por dos incidentes concretos.
En uno de ellos, según señaló ese reportero, su compañero Wingfield-Hayes había preguntado, al parecer, si las autoridades habían organizado una visita hecha por una celebridad a un hospital para hacer que pareciera mejor de lo que era, mientras que en otro de los incidentes se pidió al cámara de la BBC que eliminase unas imágenes.
El secretario general del Comité Nacional de Paz de Corea del Norte, O Ryon II, indicó que la cobertura del periodista británico distorsionaba los hechos y «hablaba mal del sistema y el liderazgo del país», según recogen medios británicos.
La misma fuente confirmó que Wingfield-Hayes escribió una disculpa y que, tras ser expulsado, nunca volvería a ser admitido en ese país.
Unos 130 periodistas extranjeros se encuentran en Pyongyang cubriendo el Congreso del Partido de los Trabajadores, que se celebra por primera vez en 36 años.