Valls afronta otra moción de censura en medio de protestas en la calle

Paris.-Aunque con pocas opciones de salir adelante, la reprobación ahonda en la desintegración del partido en el Gobierno de Francia.

La fotografía de la jornada de este jueves en Francia refleja con crudeza la grave crisis política y social que sufre Francia. Mientras trabajadores y estudiantes ocupan las calles en una nueva movilización contra la reforma laboral, el Parlamento debate y vota una nueva moción de censura contra el primer ministro, Manuel Valls, provocada por la guerra interna en el partido gubernamental.

La reprobación, presentada por la derecha y los centristas, tiene pocas opciones de salir adelante, pero algunos diputados socialistas rebeldes se plantean apoyarla pese a las amenazas de expulsión.

Los firmantes del texto de censura argumentan que la presentan porque “la situación de Francia hace necesarias profundas reformas que este Gobierno es incapaz de sacar adelante”. La moción tiene pocas posibilidades de salir adelante. Tendría que ser apoyada por la mayoría absoluta de la Cámara baja (288 diputados). A los votos de la derecha (196) y los centristas (30) tendrían que sumarse los ecologistas (18), comunistas (15) y una cuarentena de socialistas.

No son tantos los diputados socialistas críticos dispuestos a apoyar a la derecha y provocar así la caída del Ejecutivo. De hecho, fueron solo 28 los que el miércoles prestaron su firma, junto con comunistas y verdes, para que la izquierda presentara su propia reprobación contra Valls. Reunieron 56 firmadas, solo dos menos que las necesarias. Fue un gesto sin precedentes que profundiza la ya insalvable zanja entre los diputados socialistas leales al Gobierno y los rebeldes (unos 40 de los 286) dispuestos incluso a provocar la caída de Valls. Entre los firmantes, tres exministros de Valls.

Si algún socialista rebelde apoya la moción de censura, será expulsado del partido

Es esta la tercera moción de censura a la que se enfrenta el actual primer ministro en sus dos años al frente del Ejecutivo. Y en los tres casos, por la negativa de los rebeldes a votar las principales reformas de François Hollande. Las dos primeras reprobaciones se produjeron el año pasado por la ley de liberalización económica. Falto de apoyos suficientes, Valls echó mano de un recurso constitucional, suspendió el debate parlamentario y la aprobó por decreto.

También ahora Valls ha usado la fórmula del decretazo para aprobar la contestada reforma laboral defendida por Hollande poco antes del debate parlamentario porque es, ha dicho, una ley «de progreso». El proyecto, que facilita y abarata el despido, «no tendrá jamás legitimidad», sostiene el rebelde Jean-Marc Germain, por haber sido aprobado por decreto.

En las otras dos mociones de censura, ningún socialista votó a favor de la reprobación y no salieron adelante. Ahora, hasta el líder de los rebeldes, Christian Paul, amenaza con apoyarla pese a las llamadas al orden de Valls, que alerta de las consecuencias de agravar lo que él mismo califica de “crisis política”. Antes, en 2014, Valls abordó dos mociones de confianza. Las ganó, pero en ambas votaciones hubo abstenciones de los rebeldes.

La jornada de este jueves se inició con las puertas de decenas de liceos bloqueadas por estudiantes que apoyan este nuevo día de protestas. Se han registrado cortes de carreteras y autopistas en varios puntos del país y, en varias ciudades como Toulouse, Nantes o Burdeos, ha habido manifestaciones por la mañana. La mayor se registra en París, donde miles de personas (3.000 según la policía, 12.000 según los convocante) se han citado junto a la Asamblea Nacional, la Cámara baja donde se vota la moción.

La respuesta a este nuevo decretazo de Valls ha sido la convocatoria por parte de siete sindicatos de dos nuevas movilizaciones nacionales para los próximos 17 y 19. En paralelo, y aunque por problemas internos, los sindicatos también han organizado huelgas en los ferrocarriles todos los miércoles y jueves a partir de la semana próxima.