Dilma intenta revivir la economía con diálogo y créditos

Rio de Janeiro.- Después de un año de recesión y virtual parálisis política, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, decidió tomar la iniciativa para crear una agenda positiva frente a la crisis que atraviesa su debilitado gobierno.

En un intento de reanimar la economía,  lanzó un amplio diálogo con empresarios, sindicatos y líderes sociales, en el que anunció líneas de crédito por unos 20.750 millones de dólares (83.000 millones de reales) a través de los bancos públicos.

«Una crisis es muy dolorosa para ser desperdiciada. La coyuntura política exige de nosotros serenidad, disposición para el diálogo y la búsqueda de convergencias mínimas, sin las que nadie puede construir el consenso», resaltó la presidenta al inaugurar una nueva etapa de reuniones del llamado Consejo de Desarrollo Económico y Social.

El apodado conselhão, creado en 2003 por el antecesor y padrino político de Dilma, Luiz Inacio Lula da Silva, está compuesto de 90 personas, entre las cuales hay representantes de las principales compañías del país (Ambev, Vale, Itaú, TAM, Compañía Siderúrgica Nacional, BRF, Bradesco, etc.), de las centrales sindicales, académicos, escritores y hasta el reconocido actor Wagner Moura.

El grupo no se reunía desde junio de 2014, cuando Dilma comenzó su campaña por la reelección, que alcanzó por el margen más estrecho en la historia de Brasil. Desde que inició su segundo mandato, la presidenta estuvo asediada por problemas económicos, en la base política de su gobierno, por el escándalo de corrupción en Petrobras, y a fin del año pasado quedó al borde del impeachment en el Congreso.

«Aquí, en este espacio, la política es la búsqueda de lo mejor para el país, el partido de todos nosotros es Brasil», dijo buscando generar unidad y optimismo, acompañada por su jefe de gabinete, Jaques Wagner; el ministro de Economía, Nelson Barbosa, y el presidente del Banco Central, Alexandre Tombini.

El año pasado, la economía de Brasil se contrajo en torno al 3,7%, y este año se espera que el PBI se reduzca entre un 3% y un 3,5%, según cálculos del mercado y del Fondo Monetario Internacional (FMI). De concretarse los pronósticos, sería la recesión más larga que sufra el país desde los años 30.

Los anuncios positivos estuvieron a cargo de Barbosa, que lleva apenas un mes en el puesto después de la tempestuosa salida del neoliberal Joaquim Levy, cuyo mandato estuvo signado por una feroz política de ajuste fiscal y recortes de gastos. Explicó que los nuevos créditos tendrán condiciones preferenciales del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (Bndes), la Caixa Económica Federal y el Banco do Brasil.

«Tenemos que recuperar la economía rápidamente y el desafío inmediato es normalizar el stock de crédito en el país. Tenemos que usar los recursos que están disponibles para utilizar mejor la liquidez que ya existe en el sistema bancario», indicó el ministro de Economía, que afirmó que estas medidas no aumentarán la inflación, actualmente en torno al 10,67%. Es más, se mostró confiado en que este año se reducirá al 6%.

La mayor parte de los créditos (un 20%) estarán destinados a financiar obras de infraestructura, sector que se espera genere un impacto positivo en la productividad y en el mercado laboral. El desempleo, que se estima cerró el año pasado en 10%, es la preocupación principal del gobierno.

El resto del dinero se dividirá en préstamos hipotecarios para pequeñas y medianas empresas, para productores rurales y para el consumo en general, un sector que había sido el motor de los años de gran crecimiento de la economía brasileña, pero que ha caído a niveles mínimos con la recesión.

Por su parte, Dilma reiteró la necesidad de una reforma del sistema de jubilaciones y volvió a traer a la mesa una propuesta espinosa: la reintroducción de un impuesto a las transacciones financieras, que había sido impulsado antes por Levy con su apoyo. Entre los empresarios existe gran resistencia a este nuevo tributo.

«Les pido encarecidamente que reflexionen sobre la excepcionalidad del momento», subrayó la presidenta al reiterar que sería un impuesto temporario y que también está abierta a otras propuestas que mejoren la recaudación del gobierno.

Tras el encuentro del conselhão, que se reunirá de nuevo en un par de meses, los empresarios fueron cautelosos, pero compartieron la necesidad de emprender acciones para salir de la situación económica actual.

«Hoy tenemos una tarea única en Brasil: lo que nos angustia es cómo sacar al país de la recesión. Cada uno de nosotros es protagonista del Brasil de hoy, en el sentido de que todos tenemos una parte de responsabilidad. Todos somos perdedores, porque en la recesión todo el mundo pierde», señaló Luiz Carlos Trabuco, presidente de Bradesco.

Por su parte, desde la oposición, el líder del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), Aécio Neves, calificó la convocatoria como vacía de sustancia y criticó con dureza al gobierno.

«Otra vez, el gobierno viene con un aumento del crédito subsidiado en más de 80.000 millones de reales. Es la misma política que fue adoptada desde 2009 y que no llevó al aumento de las inversiones. La presidenta parece olvidar que sin confianza y credibilidad, aunque haya una caída de intereses, los empresarios no van a invertir sin que el gobierno apruebe medidas estructurales de control del gasto», declaró el ex rival electoral de Dilma en 2014.