Estados Unidos mide la fuerza del descontento y del fenómeno Trump

Washiington.-Estados Unidos mide hoy la fuerza del descontento con las élites y con una economía más desigual. Los candidatos atípicos —un multimillonario de Nueva York imprevisible y fanfarrón, y un veterano senador socialista que propugna una revolución política— aspiran a trastocar el statu quo en los caucus, o asambleas electivas, de Iowa.

La elección del presidente, un proceso a cámara lenta que durará casi un año, arranca en el pequeño estado agrícola del Medio Oeste.

Iowa es el primero de los 50 estados en votar. Su extensión es poco mayor que la de Inglaterra, pero la población, unos tres millones de habitantes, es 17 veces inferior. Por primera vez, un grupo de estadounidenses expresará en sus preferencias entre una quincena de candidatos, demócratas y republicanos, para suceder al demócrata Barack Obama en la Casa Blanca.

Al ser el primer estado en votar, su influencia es desproporcionada a su peso real. Aquí raramente se elige a los presidentes, aunque la victoria de Obama en los caucus de 2008 le impulsó a la nominación y a la presidencia, pero se descarta a los candidatos más débiles y se identifica a aquellos con fuerza para continuar en un proceso de votaciones, Estado a Estado, hasta el verano.

Durante los últimos meses, los candidatos a la presidencia han surcado las carreteras entre campos de maíz y soja, han llamado puerta a puerta, han conversado con centenares, quizá miles, de ciudadanos y han escuchado preguntas incómodas.

Los caucus son uno de los rituales más atípicos de la democracia estadounidense: reuniones vecinales, a partir de las siete de la tarde, en las que los votantes se pronuncian por una opción. Los republicanos votan tras escuchar discursos de partidarios de cada candidato. Los demócratas deciden sin voto secreto por un complejo método asambleario. En ambos casos, difícilmente los caucus cumplen los estándares internacionales de rigor democrático. La participación y representatividad también es escasa: en los caucus de 2012 cuatro de cada cinco republicanos se quedaron en casa.

Y, sin embargo, EE UU mirará esta noche a Iowa para tomarle la temperatura política al país y despejar incógnitas. Es la hora de la verdad para Trump, un político no profesional, magnate de la construcción y los casinos, que desde el verano domina los sondeos del Partido Republicano. Nunca se ha presentado a una elección. En Iowa debe traducir en votos efectivos su capacidad para atraer a las multitudes a los mítines. No es fácil, puesto que gran parte de quienes le declaran su apoyo en los sondeos no acude a los caucus.