Roma.-Salvo la declaración común de lucha coordinada contra el terrorismo ultraislamista, los Siete Grandes (G7: EE.UU, Japón, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia y Canadá) han comenzado hoy al mediodía en el paraíso siciliano de Taormina un encuentro de dos días divididos prácticamente en todos los temas cruciales, sobre todo con las posiciones del presidente norteamericano Donald Trump en el cambio climático y el comercio internacional, temas críticos y prioritarios.
Más de diez mil agentes de seguridad y tres mil militares garantizan el superblindaje de Taormina contra cualquier malintencionado, con un uso creciente de aparatos electrónicos y, dicen, hasta águilas entrenadas para atrapar a drones en vuelo.
En la zona central, los líderes se moverán a bordo de pequeños vehículos de golf abiertos, supervigilados por supuesto. Por tierra, mar y aire Taormina es un balneario histórico hermético.
Los Siete Grandes, los países más industrializados del mundo capitalista, fueron saludados en el teatro griego poco antes del mediodía, en una rápida ceremonia Ellos son: el norteamericano Donald Trump, que bajó del avión que lo traía de Bruselas esta madrugada tomado por fin de la mano con su mujer Melania, que lo rechazó en otras dos ocasiones públicas; el japonés Shinzo Abe; la alemana Angela Merkel; la británica Theresa May, quien debido al atentado terrorista de Manchester se volverá hoy mismo a Londres; el francés Emmanuel Macron, el canadiense Justin Trudeau y el anfitrión italiano Paolo Gentiloni que dirigió la ceremonia.
Tras la foto de rito, los Siete Grandes, que eran ocho hasta que Rusia, incorporada en 1998, fue excluída en 2014 a raíz de la anexión de Crimea en la crisis con Ucrania, mantendrán un primer encuentro en el almuerzo e iniciarán una reunión de trabajo hasta las cinco de la tarde (mediodía en la Argentina) en el hotel San Domenico.
En los dos temas críticos y más urgentes de la conferencia, el resultado será un fracaso. En las reuniones previas entre los expertos (llamados “sherpas”), el documento final no llegó a nada más allá de estériles generalizaciones sobre el aumento del comercio mundial.
Los norteamericanos ya impidieron en marzo en la reunión económica del G20 (del cual es miembro la Argentina) que se volviera a evocar como maná caído del cielo la liberación de los intercambios y la dimensión multilateral del comercio mundial para favorecer la prosperidad general. Trump sigue defendiendo y amenazando con el proteccionismo, informa Clarin.
Sobre la discusión de hoy pesa lo que ocurrió ayer en la reunión de Trump con los países de la Unión Europea en Bruselas. Según la prensa germana, el inquilino de la Casa Blanca calificó de “malos, muy malos” a los alemanes. “Miren los millones de autos que venden en Estados Unidos. Vamos a detenerlos”. También dijo que era “malo, muy malo”, el gran superávit comercial de Alemania.
Las esperanzas se habían derrumbado también ayer cuando en la OTAN, la alianza militar occidental, que inauguró un nuevo cuartel central, Trump empleó un duro tono de reto a los 27 socios de la organización porque pagan mucho menos de lo que deben aportar. Llegó incluso a decir que esta era “una falta de respeto a los contribuyentes norteamericanos”.
Es más que difícil que Trump se convierta fulgurado en el camino de Taormina, como le paso a San Pablo en el camino de Damasco. Los norteamericanos, al parecer, aceptarán una declaración de empeño más que genérica para “reforzar la contribución del comercio al crecimiento de las economías”.
En el drama del calentamiento global del planeta, la posición de Trump es la siguiente: “estudiaré el dossier y tomaré una decisión final más adelante”. Se refiere a la anunciada renuncia de Estados Unidos a su adhesión, firmada en 2015, al acuerdo mundial contra el cambio climático firmado en París.