Ciudad del Vaticano.-La cita crucial es entre el 22 y 26 de este mes en el Vaticano en la décima edición Encuentro Mundial de las Familias, postergado por la epidemia de Covid-19. El Papa Francisco acogerá a los delegados de las conferencias episcopales, de los movimientos y de las asociaciones.
La gran novedad parece estar incubándose en los preparativos y en la nueva organización de uno de los dos acontecimientos masivos internacionales de la Iglesia. El otro es el encuentro juvenil.
La organización es “multicéntrica y difusa”. Amplía a las comunidades diocesanas de todo el mundo a programar iniciativas a partir del tema del encuentro que es: “El amor familiar, vocación y vía de la santidad”.
El Papa, en un videomensaje, ha invitado a los fieles a “ser vivaces y creativos para organizarse con las familias, en sintonía con lo que ocurrirá en Roma”.
Con este escenario internacional tan amplio conectado al centro del Encuentro en el Vaticano, se abre un espacio de apertura cuyas dimensiones son inciertas, para las familias homosexuales y transexuales y la bendición de las parejas masculinas, femeninas, mixtas y LGTB.
Esto se vio en el reciente censo argentino en el cual casi 60 mil personas no se identificaron en los dos sexos tradicionales y pudieron manifestarlo gracias a las últimas leyes en nuestro país sobre la materia.
Para la Iglesia católica la práctica de la homosexualidad y sus variantes está prohibida, es un pecado grave. En cuatro artículos en el Catecismo, se establece que la homosexualidad es “un desorden objetivo”.
La única salida es la castidad obligatoria. Se trata de una clausura total imposible de mantener en términos absolutos en las sociedades modernas, sobre todo en las democráticas.
Formalmente el Papa acepta esta fórmula porque no tiene otro remedio. Aprobar lo contrario desataría una crisis con características cismáticas que Jorge Bergoglio no puede afrontar. Debe avanzar a tientas con sutiles diferenciaciones. La Iglesia alemana se ha pronunciado en favor de eliminar la prohibición y una buena tanda de curas bendice las uniones homosexuales en las iglesias germanas.
Al llamar a un nuevo Encuentro Mundial de las Familias, muchos temas vinculados a los temas de las orientaciones sexuales vuelven a plantearse.
Roberto Stevanato tiene 75 años y es un hombre muy católico como el resto de su familia. En Venecia hace veinte años que lucha contra la homotransfobia (odio a los homosexuales) en las sociedades civiles y sobre todo en la Iglesia Católica. Al cumplir 55 años su hijo Francesco le confesó que era gay. Acudieron padre e hijo por separado a su Iglesia, a la búsqueda de comprensión y consejos.
Francesco, que hoy tiene 39 años, le contó al párroco que era homosexual. El muchacho frecuentaba los grupos parroquiales, era y es muy creyente. Apenas terminó de hablar el cura lo echó de la parroquia y el domingo siguiente le rechazó la comunión. El párroco elevó al máximo el castigo y el escándalo aplicando despiadadamente las normas del Catecismo.
Roberto cuenta que “apenas nuestro hijo en lágrimas nos contó lo que ocurría con mi mujer nos dimos cuenta de que algo había que hacer”. La familia Stevanato, como les ocurre a muchas otras con este problema, había quedado aplastada entre el amor a sus hijos y el dogma.
La historia ha sido revelada veinte años después a la opinión pública italiana por Alice D’Este en el Corriere del Véneto.
Roberto y el resto de la familia decidieron luchar “porque a nosotros la condición de Francesco no cambiaba nada, es nuestro hijo y lo seguiremos amando sea cual sea su elección amorosa”.
El objetivo que asocia a la familia veneciana al Encuentro Mundial de las Familias tiene para los Stevanato otro lema más: “En la Iglesia católica las personas deben ser realmente aceptadas así como son”.
Con otros padres católicos con hijos homosexuales se han organizado en un grupo y la parroquia de Santa María Auxiliadora, por primera vez en la diócesis de Venecia, los recibió en un encuentro de intercambio de experiencias de vida y oración.
Los tiempos han cambiado en veinte años y el grupo se llama “Todos hijos de Dios”. Realizan una intensa actividad en sus parroquias. ”Sentimos la distancia las instituciones pero las cosas están mejorando”, dice Roberto.
En el grupo también hay fieles como uno de 61 años que entre sollozos les confió que también él era gay y que nunca tuvo el coraje de decírselo a sus padres antes de que murieran. Roberto contó el caso de un ragazzo que todos conocían y que asistió a reuniones del grupo hasta que un día se suicidó.
La red de Venecia de familias “del arcoíris”, como las llaman se han esparcido por toda Italia en grupos que se denominan “Tres veces padres”. que luchan contra la incomunicación con las jerarquías “y la vida verdadera”.
El Patriarca de Venecia “sabe todo de nosotros” y los estimula porque “la nuestra no es una batalla contra las instituciones sino contra el dolor”.
Ahora llega el Encuentro Mundial de las Familias y estos temas estarán también sobre la mesa en Roma y en las diócesis de todo el mundo.
No se sabe aún si oficialmente serán admitidas las familias “del arco iris”. Pero el Papa los alentó hace poco afirmando que “el estilo de Dios es la vecindad, la misericordia y la ternura”.
A diferencia de las nueve ediciones anteriores del Encuentro, este vez no tendrá conferencias con estructura académica, sino será un momento de encuentro, escucha y debate entre los operadores de la pastoral familiar y matrimonial, según explican en el Vaticano.En el Vaticano están previstos dos mil delegados elegidos por las conferencias episcopales, los Sínodos de las iglesias orientales y las realidades eclesiales internacionales.
Habrá 170 delegaciones de 120 países, integradas en su gran mayoría por familias que representarán los tres cuartos de los delegados, junto con sacerdotes y obispos responsables de las pastorales familiares en las Conferencias Episcopales.Clarín.