Agencia IP.- Vicenta Rodríguez hace cuarenta años que se dedica al kambuchi apo en la ciudad de Itá, departamento Central. La técnica la aprendió de su madre María Élida Rodríguez y de sus abuelas Filomena Casco Rodríguez y Felicita Pereira, todas de Itá. Ella fue presentada a la prensa en el local del FONDEC el 4 de abril, como una de las proyectistas de la que el Fondo Nacional de la Cultura y el Arte (FONDEC) se enorgullece en apoyar.
El kambuchi utilitario fue desplazado por los bebederos eléctricos
“Antes mis abuelas hacían los cántaros que eran utilitarios porque se usaban para tener el agua para beber en la casa. Todas las casas tenían su kambuchi que mantenía fresca el agua. Los hacíamos con barro negro (ñai´u). Ellas prestaban los bueyes de los vecinos y en carreta iban a los esteros a buscar el barro. Hacían también el ñai´py u que es un plato grande que se ponía directamente al fuego para tostar el maní, el coco, el maíz… Estos utensilios eran para su propio uso y para vender”, nos cuenta Vicenta.
El misterioso mejicano y las dos españolas benefactores
“Ante trabajábamos en forma individual, cada una en su casa. Pero luego nos unimos. Nosotras fundamos una asociación en el 2002 gracias a un investigador mexicano llamado Temilixitl que vino al Paraguay a conocer a los indígenas de nuestro país. Él investigó que los indígenas hacían piezas utilitarias en barro, a mano. Vivió temporalmente en Areguá. Antes de formar nuestra asociación, nosotros llevábamos nuestros productos hasta Areguá porque allí había mayor mercado y estaban los intermediarios. En Areguá el mexicano Temilixitl preguntó quién hacía cántaros a mano. Entonces, con las referencias, fue a Itá a conocernos a quienes hacíamos de esa forma ancestral. Allí me conoció Temiloxitl y me contrató para que haga todas las piezas del catálogo de piezas indígenas que tenía en su libro. Me preguntó cuántas artesanas éramos y si el Estado nos ayudaba. Le dije que siempre trabajábamos en forma individual”, relató Vicenta.
Con los cántaros sobre la cabeza, marchaba la abuela
“Cuando yo era pequeña, mi mamá ataba cinco cántaros sobre su cabeza e iba a venderlos a Itá o Itaugua… iba a pie, caminando kilómetros. Y con la venta costeaba nuestros estudios escolares. Nosotras las niñas, después de venir de la escuela, ayudábamos a pintar y bruñir los cántaros con el polvo de ladrillos. Hasta ahora usamos la técnica de nuestras mamás y abuelas. Antes trabajábamos con intermediarios que llegaban en septiembre para los pedidos de fin de año: Cántaros para el clericó, lechuzas, tortugas… Con el paso del tiempo ya no se usaba el cántaro utilitario en las casas y empezamos a hacer cántaros decorativos: Partimos los cántaros de manera vertical y los ofrecíamos para adornar las casas como apliques. Como no tenemos otro oficio nos ingeniamos para innovar”, cuenta Vicenta.
Conoció a Celeste Escobar, otra hada madrina del kambuchi apo
“Del 2009 al 2013 me contrató el Instituto Paraguayo de Artesanía (IPA) para enseñar la técnica del kambuchi apo. En el 2002 se fundó nuestra Asociación gracias al proyecto que realizó el mexicano Temiloxitl y que fue aprobado por la diputación de Málaga, España. Así pudimos tener un lugar para el taller en el 2003 en Itá en la compañía Caaguazú y hacer juntas la artesanía que antes realizábamos bajo el mango o el pomelo en nuestras casas. Nos visitaron dos españolas provenientes de Málaga. Desde España cada año vienen Victoria y Mawy para apoyarnos y alentarnos a perseverar.”
El prestigio de estar en el Museo del Barro, gracias al FONDEC
“Fui por mucho tiempo presidenta de la Asociación. En el 2003 tuvimos nuestro taller para que la gente aprenda y siga nuestra tradición. Cuando trabajé como instructora conocí a Celeste Escobar Ling, que fue mi alumna. Ella nos ayudó a realizar el proyecto en el 2014 con el FONDEC y por primera vez pudimos exponer nuestras piezas grandes en el Centro Cultural Paraguayo Americano (CCPA). Celeste viajó a Méjico y encontró al señor Temiloxitl y conversaron e hicieron un proyecto para que yo vaya a hacer un intercambio cultural con las artesanas mejicanas. Así, realizamos ferias en la Plaza Italia con la Red Agroecológica y solventamos los costos de nuestro viaje y FONDEC nos ayudó con los pasajes. Celeste es nuestra proyectista. El FONDEC nos consiguió ahora que nuestras piezas estén en el Museo del Barro del Paraguay en este año. También estará allí el kambuchi tatakua, o kambuchi brasero, que se utiliza en el invierno. Estoy inscrita en el DINAPI como inventora de este kambuchi.”, nos cuenta Vicenta Rodríguez.
(Fotos (print de pantalla) tomadas del homenaje audiovisual – donación realizada y producida de forma independiente por la Productora PROCON)