86.000 militares custodian la Ciudad Olímpica en Río de Janeiro

Asunción, IP.- Fuera del anillo olímpico, donde Río de Janeiro cobra realidad, los fotógrafos oficiales del Comité Olímpico Internacional (COI) acuden con cámaras compactas, mucho más disimulables que los grandes objetivos que suelen utilizar para las panorámicas.

Hay miedo al hurto después de que lo haya sufrido algún colega de la agencia francesa. “Y el metro, si van con equipos de valor, mejor no lo cojan”, dice la organización.

Río ha elevado su decorado olímpico, que quedará instalado durante tres semanas, pero al visitante no le puede ocultar que es una ciudad con un 7 por ciento de su población residiendo en 968 favelas, casi dos millones de personas, que no recibirán beneficio alguno de los Juegos Olímpicos que empiezan el viernes y que se mantienen con unos ingresos mensuales de unos 200 euros.

Desde la salida del aeropuerto, los convoyes militares se entremezclan con las barracas. No es una vigilancia opresiva, pero sí están instalados y armados con fusiles de asalto en cada una de las zonas de barracas. En el trayecto que puede recorrer un automóvil en 30 segundos el contraste es poderoso entre el Joao Havelange Stadium, el Estadio Olímpico, y la Favela de Lins, donde las casas son de adobe. Es la narración destacada en el diario Marca de España.

Unos 85.000 militares han sido movilizados y se ha reforzado la vigilancia con otros 700 policías en esta última semana. Además, tres dirigibles han sido desplegados en las zonas norte, sur y este. Mientras tanto, Amnistía Internacional ha creado una app denominada Fogo Cruzado para avisar de los tiroteos.

Compartir: