Asunción, IP.– El presidente Horacio Cartes depositó una ofrenda floral al pie de monumento en la Plaza Batallón 40 de la ciudad de Asunción, en conmemoración del 80 aniversario de la firma del Protocolo de Paz entre Paraguay y Bolivia.

Del acto participaron varias autoridades de los poderes tres poderes del Estado además  de altos jefe militares y policiales.

En representación de las Fuerzas Armadas, el general Braulio Piris Rojas, pronunció un discurso en homenaje a los dignos defensores del Chaco.

Rememoró que la Guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia fue el conflicto bélico más importante de la región durante la primera mitad del siglo XX,  y sus consecuencias fueron  negativas para ambas naciones.

Esta disputa fratricida tuvo sus inicios a mediado del siglo XIX y pese a los esfuerzo diplomáticos de los contendores  y de los países mediadores, la guerra no pudo ser evitada.

Repasó que la situación existente  en el Chaco en junio de 1932 hacia cada vez más problemática la conservación de la paz. Las tropas bolivianas tenían órdenes de ocupar los lugares provistos de agua, cualquiera fuera su situación, y el Paraguay tomó las precauciones para detener el paulatino avance boliviano.

Mencionó que el general Filiberto Ozorio, jefe del Estado Mayor del Ejército boliviano advirtió al presidente Salamanca que el primer encuentro de patrullas seria la guerra, y efectivamente con el ataque al Fortín Carlos Antonio López, el 15 de junio de 1932 se iniciaba la lucha armada.

Recordó que la guerra entre el Paraguay y Bolivia constituyó un tremendo golpe al sistema creado en la región, debido al vano intento de las instituciones tan laboriosamente estructuradas para preservar la paz y sobre todo por el fracaso del arbitraje jurídico para resolver los conflictos y los diferendos.

Los gobiernos americanos perplejos ante los acontecimientos no llegaron a una eficaz intervención para detener el conflicto, logrado mucho tiempo después, refirió.

Mientras se desarrollaban las cruentas batallas en el Chaco, los países mediadores continuaron las negociaciones de paz con escasos resultados.  En virtud a esto el presidente de Paraguay, Eusebio Ayala, había pronunciado un discurso en donde expresaba que Paraguay estaba dispuesto a tratar con el gobierno de Bolivia aun sin mediadores, dando muestra ostensible de espíritu pacifico del pueblo paraguayo.

Finalmente el 11 de mayo de 1935 quedó constituido en Bueno Aires el grupo mediador, integrado por representantes de Argentina, Brasil, Chile,  Estados Unidos, Perú y Uruguay.

Las negociaciones entre los ministros de Relaciones Exteriores de Paraguay y Bolivia se iniciarían luego de 18 intentos fallidos, reseñó el general Piris.

El 26 de mayo, el ministro de Relaciones de Paraguay, Luis Alberto Riart, hizo entrega al canciller argentino, Carlos Saavedra Lamas, el documento redactado por Eusebio Ayala cuyos enunciados sirvieron de base para el entendimiento.

La gestión pacifista se desarrollaba con todo éxito y se vislumbraba que las negociaciones conducidas con prudencia y energía desembocaría en un acuerdo basado en las concesiones de uno y otro beligerante.

La ansiada paz llegó con la firma del Protocolo del 12 de junio de 1935 para alivio de los dos países contendores. Con esto se puso fin a tres años de guerra con su secuela de sangre, drama y dolor que quedaron atrás.

El histórico documento de 12 de junio formalmente suscripto contenía entre otros puntos: la reunión inmediata de la conferencia de paz para resolver los diferendos  entre Paraguay y Bolivia, la cesación definitiva de las hostilidades sobre las bases de las posiciones ocupadas  entonces por los ejércitos beligerantes y la adopción de medidas de seguridad tales como las desmovilización de los ejércitos.

“La Paz del Chaco fue justa y llegó en el momento preciso porque no dejo secuelas de odio, ni gérmenes de resentimientos en los pueblos  que la concertaron”, expresó.

Dijo que resulta imposible mencionar a tantos héroes y que “nosotros como herederos de ese sublime sacrificio tenemos la irrenunciable y honrosa de venerar sus memorias”.

Por ultimo instó a los jóvenes a justipreciar el valor, la tolerancia y el respeto mutuo, alentándolos a luchar por la vigencia de la paz y a defenderla con todas sus fuerzas.