Bruselas.-El avance de la economía global se va a frenar ligeramente este año y el próximo, pero no tanto como se preveía. Todo apunta a que el mundo ha sido capaz de resistir a los envites de los múltiples shocks que se han ido sucediendo últimamente, incluyendo los aranceles de Donald Trump, la invasión de Rusia a Ucrania y los ataques de Israel a Palestina.
La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, lo resumió este jueves del siguiente modo: «¿Cómo se está adaptando la economía mundial? En resumen: mejor de lo que me temía, pero peor de lo que debería».
En su habitual discurso para dar comienzo a las reuniones de otoño del FMI y el Banco Mundial, que se celebrarán en Washington la próxima semana, la líder de la institución multilateral hizo un avance de la revisión de previsiones de crecimiento que publicarán próximamente en su habitual informe de ‘Perspectiva Económica Mundial’.
Tal y como se venía barruntando en los círculos de expertos, el crecimiento global «se desacelerará solo ligeramente este año y el próximo». Así todo, el PIB se ha mantenido resiliente a las fuertes sacudidas y la incertidumbre. «Todo apunta a una economía mundial que, en general, ha resistido fuertes tensiones derivadas de múltiples shocks», aseguraba Georgieva parafraseando el próximo informe de otoño de la entidad.
Los expertos del FMI prevén que el avance de PIB mundial sea del 3% a mediano plazo, inferior al 3,7% registrado antes de la pandemia. Asimismo, destacan que los patrones de crecimiento han ido cambiando a lo largo de los años y, en particular, destacan la desaceleración constante de China, mientras que India se está convirtiendo en un motor clave del crecimiento.
En este sentido, la economista búlgara destacó el alto nivel de incertidumbre que existe a nivel mundial, que se ha disparado y sigue creciendo: «Abróchense los cinturones: la incertidumbre es la nueva normalidad y ha llegado para quedarse», sentenció. A pesar de todo, Georgieva llamó a un relativo optimismo hacia lo que se viene, pero bajo recomendaciones específicas para conseguir resistir a futuros shocks.
Entre las razones que han hecho que la economía pudiese aguantar destacó una «acción fiscal rápida, decisiva y coordinada a nivel mundial para limitar el dolor inmediato y las cicatrices duraderas» durante la pandemia. Esto sumado a políticas monetarias «creíbles», mercados de bonos en moneda local más profundos y nuevas reglas fiscales. En este sentido, destacó el progreso de los mercados emergentes en política e instituciones.
La otra pata que aguantó la caída de la economía global ante esta incertidumbre y sus derivados fue «la adaptabilidad del sector privado». La anticipación de los pedidos de las empresas para evitar los aranceles de Donald Trump y su reorganización en la cadena de suministro provocó más dinamismo en la economía y sirvió de parapeto ante el shock que las tarifas podrían producir.
Georgieva destacó como tercer factor de resiliencia el hecho de que el shock de los aranceles «no ha sido tan grande como se anunció inicialmente». A pesar de que la tasa tarifaria efectiva de Estados Unidos está muy por encima de la del resto del mundo (17,5%), descendió desde el 23% de abril. Además, «se ha mantenido relativamente estable este año, con muy pocos casos de represalias», dijo la economista.
«En resumen, el mundo ha evitado, hasta ahora, una guerra comercial. Sin embargo, la apertura ha sufrido un duro golpe», resumió.
Pero eso no quiere decir que la economía mundial esté salvada. La economista búlgara advirtió que lo peor todavía podría llegar: «Antes de que alguien dé un gran suspiro de alivio, por favor escuchen esto: la resiliencia global aún no ha sido puesta a prueba por completo». De hecho, ya «hay señales» que podrían indicar que la prueba de fuego está a la vuelta de la esquina, como sugiere la demanda mundial de oro y «aún está por verse» el efecto completo de los aranceles.
Asimismo, también advirtió que la historia recuerda que las condiciones financieras «fáciles» pueden cambiar «abruptamente». «Si se produjera una corrección drástica y un endurecimiento de las condiciones financieras, esto podría frenar el crecimiento mundial, exponer vulnerabilidades y dificultar especialmente la vida de los países en desarrollo», sentenció.
Las recomendaciones que hace Georgieva para evitar que lo que está por venir abofetee a las economías del mundo son muy claras.
Reiteró que los gobiernos deberían proponerse como objetivo a medio plazo impulsar un crecimiento sostenido. Para lograrlo, resulta esencial, dijo, fortalecer la productividad del sector privado y garantizar que las administraciones públicas aseguren y salvaguarden los pilares fundamentales del libre mercado, mantengan una supervisión efectiva del sistema financiero y cuenten con instituciones independientes, pero con rendición de cuentas.
«La competencia es clave, y la regulación no debe tolerar ni crear ventajas injustas», defendió la economista búlgara. Por ello, animó a todos los miembros del FMI a que adopten una «limpieza regulatoria» para fomentar el emprendimiento, con el apoyo de las instituciones y gobernanzas sólidas. «No es momento de autolesionarse, es momento de poner orden», abundó la economista.
Por otro lado, continuó reforzando el mantra de la necesidad de sanear las cuentas públicas. Está previsto que la deuda del conjunto de países del mundo supere el 100% del PIB global al final de esta década, «encabezada por las economías avanzadas y de mercado emergentes», recordó.
«El aumento de la deuda infla los pagos de intereses, ejerce una presión al alza sobre los costos de los préstamos, limita otros gastos y reduce la capacidad de los gobiernos para amortiguar los shocks». Por tanto, «la consolidación fiscal es necesaria tanto en los países ricos como en los pobres».
En lo que se refiere a Europa, Georgieva dio una de cal y otra de arena. De Alemania alabó su política expansiva para invertir en infraestructura y dinamizar su economía. En cambio, a la Unión Europea, le lanzó una advertencia muy dura: «Basta de retórica altiva sobre cómo aumentar la competitividad; ya saben lo que hay que hacer. Es hora de actuar».
La experta recomendó a los dirigentes del Viejo Continente que reaccionasen y creasen la figura de un zar del mercado único, «con autoridad real para impulsar reformas». Al mismo tiempo, y tal y como ya dijeron Enrico Letta y Mario Draghi en sus informes, animó a eliminar las «fricciones fronterizas» en el mercado laboral, el comercio de bienes y servicios, la energía y las finanzas. En definitiva, que construyan un sistema financiero europeo único y una unión energética para que el sector privado llegue a tener el mismo dinamismo que el europeo.eLEconomista.