Asunción.- La Escuela Artigas, el único colegio público de Uruguay en el exterior, sigue brindando a los 93 años de su fundación en Asunción una alternativa educativa a sus alumnos, quienes mantienen viva la memoria del prócer José Gervasio Artigas (1764-1850), quien pasó cinco años de su exilio cerca de ese predio.
Un lugar que se extiende por tres hectáreas en el interior del asunceno Jardín Botánico, el vergel que albergó la casa de Artigas en ese periodo, en el marco de un largo exilio que principalmente le mantuvo en Villa Curuguaty, a unos 100 kilómetros de Asunción.
El terreno donde se ubica el colegio, donde se forman cerca de 200 alumnos de entre cuatro y 12 años, fue una donación de Paraguay a Uruguay, en gratitud a la devolución que este país hizo de los trofeos de guerra que se había llevado durante la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870), que enfrentó a los paraguayos contra las tropas uruguayas, de Brasil y de Argentina.
La escuela representa por tanto «un crisol de fraternidad entre Uruguay y Paraguay», explicó a Efe la directora del centro, Daniela Devincenzi, con el añadido de estar dedicado a Artigas, el héroe nacional de Uruguay que falleció en Paraguay.
Los vínculos que entre ambos países crea el colegio no son solo educativos, como lo demuestra que las autoridades paraguayas y uruguayas están interesadas en que el espacio sea declarado Patrimonio Cultural del Mercosur.
«Engloba a algo más que un país; para los uruguayos es de gran valor y para los paraguayos también porque Artigas vivió aquí. La idea de nuestro general era la patria grande, por eso es un gran pionero de lo que es hoy el Mercosur», comentó la directora.
Situada a unos siete kilómetros del centro de Asunción, se trata de la única escuela que Uruguay tiene en el exterior,por lo que se rige por las mismas normas educativas que los centros de ese país.
«Nosotros entendemos la educación como un derecho y se apuesta por el desarrollo de grandes habilidades de pensamiento», explicó Devincenzi, quien añadió que «el conocimiento y la creatividad son los grandes pilares del sistema uruguayo».
La escuela, financiada por el Ministerio de Educación de Uruguay, sigue los principios artiguistas formulados por José Pedro Varela, reformador de la educación uruguaya, y también las consignas educativas de ese país que abogan por una «escuela obligatoria, gratuita y laica».
El colegio fue además el primer centro educativo mixto de Asunción, con las críticas y recelos que eso despertó en la sociedad de la época, como contaron a Efe algunos estudiantes.
Los mismo estudiantes que desde pequeños aprenden los hechos y la vida del prócer, y en concreto décadas de exilio, algo que a Devicenzi le gusta recalcar, ya que si bien los uruguayos conocen los primeros años de Artigas, los alumnos de este centro aprenden, sobre todo, sus últimos años.
Los propios niños, con sus uniformes blancos con lazos azules, como los que se visten en los colegios de Uruguay, se encargan de enseñar a los visitantes los museos que encierra el colegio y que recuerdan la figura del ‘Karai Guasu’ (Gran Señor), como los guaraníes llamaban a Artigas.
Tanto las galerías al aire libre como las propias salas del museo exhiben en sus paredes fragmentos de la vida del prócer y, también, hechos anecdóticos que los niños se encargaron de dibujar.
Para la directora de la Escuela, ese acervo refuerza esas máximas de conocimiento y creatividad de la pedagogía uruguaya y sirven también para que los pequeños desarrollen «una capacidad lingüística que sorprenden al visitante», ya que los alumnos actúan como guías de quienes se acercan a visitar esos museos.
Aunque los alumnos de este centro siguen la malla curricular uruguaya, la escuela mantiene con el Estado paraguayo el compromiso de incluir conocimientos del país, como geografía, historia, guaraní.
Devincenzi reconoció que esto obliga a los profesores, en su mayoría uruguayos, a acercarse a la cultura paraguaya, lo que permite a los alumnos completar su formación y ampliar sus conocimientos sobre la región. EFE