Biden brinda un fuerte mensaje sobre el estado de la Unión, en el que marcó su claro contraste con Trump

Washington.-El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, brindó su tradicional discurso del Estado de la Unión (SOTU, por sus siglas en inglés) ante el Congreso para promover su visión de un segundo período en la Casa Blanca y advertir que Donald Trump es una alternativa peligrosa, en medio de la campaña hacia las elecciones presidenciales del 5 de noviembre.

A nivel doméstico, Biden repasó su política de inversión en infraestructuras y el derecho al aborto, así como sus esfuerzos por reducir el precio de los medicamentos y de la deuda estudiantil.

En el plano internacional, habló sobre la ayuda a Ucrania, bloqueada por los republicanos de la Cámara de Representantes, la crisis migratoria en la frontera con México y la guerra en Gaza. Para eso, contó en el público con invitados que reforzaban su mensaje.

Luego de referirse a su edad, Biden cierra con su mirada sobre el futuro, marcando un claro contraste con la visión de Donald Trump. El discurso se estiró por alrededor de una hora. Biden estuvo a la altura de las circunstancias, y salió a luchar de entrada en un año electoral que promete un desenlace voto a voto.

“Sé que puede que no lo parezca, pero ya llevo un tiempo aquí”, bromea Biden. Cierra con un intento de convertir su vejez en un activo. Y se distingue de Trump. “Honestidad. Decencia. Dignidad. Igualdad”, enumera.

“Ahora otras personas de mi edad ven una historia diferente. Una historia estadounidense de resentimiento, venganza y retribución. Ese no soy yo”, dice sobre Trump, sin mencionarlo. “En mi carrera me han dicho que soy demasiado joven y demasiado viejo. Sea joven o viejo, siempre he sabido lo que perdura”, dice, y cierra su discurso diciendo que ve un futuro en el que él sigue siendo presidente de Estados Unidos.

Biden dejó para el tramo final de su discurso la crisis en Medio Oriente. “A medida que gestionamos los desafíos internos, también gestionamos las crisis en el extranjero, incluido Oriente Medio. Sé que los últimos cinco meses han sido desgarradores para mucha gente, para el pueblo israelí, el pueblo palestino y para muchos aquí en Estados Unidos”, dice.

Reconoce a las 1200 víctimas israelíes del ataque de Hamas, los rehenes en la Franja de Gaza, y los más de 30.000 muertos por la contraofensiva israelí. Recuerda que su gobierno ha estado trabajando en un alto al fuego de seis semanas. Y anuncia: “Esta noche, estoy ordenando al ejército estadounidense que dirija una misión de emergencia a establecer un muelle temporal en el Mediterráneo, en la costa de Gaza, que pueda recibir grandes barcos que transporten alimentos, agua, medicinas y refugios temporales”.

Además, en comentarios poco habituales, menciona el sufrimiento del pueblo gazatí. “Casas destruidas, barrios en ruinas, ciudades en ruinas. Familias sin comida, agua, medicinas. Es desgarrador”, dice.

Legisladores republicanos abuchean a Joe Biden cuando pide apoyo para la ley bipartidista sobre la seguridad en la frontera sur para controlar la crisis migratoria y apunta contra Trump –nuevamente, solo llamándolo “mi predecesor”- por bloquearla a través de sus aliados en el Congreso.

“Me atacan, es genial”, se regodea Biden ante el repudio de los republicanos. “Están diciendo que no”, les dice, sobre un acuerdo sobre la frontera. “Miren los hechos, sé que saben cómo leer”.

Provocado por un grito de la congresista Marjorie Taylor Green, agarra un pin de Laken Riley para hablar sobre la joven de 22 años asesinada cerca de la Universidad de Georgia el mes pasado por un inmigrante ilegal venezolano. El propio Biden se refiere al atacante como “un ilegal”, un término que los demócratas no suelen utilizar.

Sin embargo, Biden insiste en su mensaje en que no va a “demonizar” a los inmigrantes, como hace Trump, que los asocia con el crimen de manera generalizada.

Biden propone un impuesto mínimo para multimillonarios del 25% para mejorar la equidad del sistema tributario, que favorece de manera abrumadora a los norteamericanos más ricos y a las corporaciones, que, vale decirlo, aportan el grueso de los ingresos del Estado.

“Es hora de aumentar el impuesto mínimo corporativo a al menos el 21% para que todas las grandes corporaciones finalmente comiencen a pagar su parte justa. ¡También quiero poner fin a las exenciones fiscales para las grandes farmacéuticas, las grandes petroleras, los jets privados y los salarios masivos de los ejecutivos! ¡Termínenlo ahora!”, dice Biden. “Hay 1000 multimillonarios en Estados Unidos. ¿Sabe cuál es la tasa impositiva federal promedio para estos multimillonarios? ¡8,2 por ciento! Eso es mucho menos de lo que paga la gran mayoría de los estadounidenses”, agrega.

Biden le dedica un tramo de su discurso a la salud, un flagelo que irrumpe en cada campaña en Estados Unidos, donde las prepagas son muy caras. “Los estadounidenses pagan más por los medicamentos recetados que en cualquier otro lugar. Está mal y voy a ponerle fin. Con una ley que propuse y firmé y ningún republicano votó por ella, ¡finalmente vencimos a las grandes farmacéuticas!”, dice el presidente.

Biden promueve una de sus políticas para atacar uno de los grandes problemas del país: la diabetes. “¡En lugar de pagar 400 dólares al mes por la insulina, las personas mayores con diabetes sólo tienen que pagar 35 dólares al mes! ¡Y ahora quiero limitar el costo de la insulina a 35 dólares al mes para cada estadounidense que la necesite!”, dice.La Nación.ar.

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