Asunción, IP.- El canciller uruguayo, Luis Almagro, habilitó la exposición «Memoria viva de una deuda histórica», de fotografías y objetos de guerra devueltos por el gobierno del Uruguay,  en Centro Cultural de la República El Cabildo. 

La muestra permanecerá hasta los primeros días de marzo y puede ser visitada de lunes a viernes, de 09:00 a 20:00; sábados y domingos, de 9:30 a 17:30, en horario de verano.

 Durante el acto de apertura, el canciller Almagro se refirió a la exposición fotográfica: “La guerra de la Triple Alianza, significa el valor guaraní, el valor paraguayo; es un motivo de orgullo para el Paraguay, haber peleado en esas condiciones, de haber honrado la condición de grandeza de un país que sostiene el orgullo nacional hasta hoy día. Significa también nuestra vergüenza más abyecta, probablemente, en el plano internacional del Uruguay, de lo que nunca nos terminamos de recuperar».

En otro momento puntualizó que “esa guerra nos deja una sensación de ignominia permanente, de haber hecho y perpetrado una guerra absolutamente injusta. Ya es injusto pelear entre hermanos, y pelear entre hermanos por una causa injusta, es mucho peor”.

La colección fotográfica forma parte de la Biblioteca Nacional del Uruguay, realizadas en su mayoría por el fotógrafo Javier López, enviado por la Casa Bate & Cía de Montevideo, para la cobertura fotográfica de la Guerra de la Triple Alianza, quien llevó adelante dos viajes a los campos de batalla, en 1866.

Los objetos de guerra que Uruguay devolviera oficialmente en 1885 al gobierno paraguayo son armas de fuego, sables con sus vainas, bayonetas, chaleco y espaldar, monturas, entre otros objetos.

Dos volúmenes de 1935, pertenecientes al Museo de Historia Militar, con el mensaje de la Comisión Nacional Pro Paraguay, con cincuenta y dos mil firmas, encabezada por la del presidente de la República del Uruguay, y entregado al gobierno de Eusebio Ayala, también están exhibidos en esta ocasión en el Cabildo.

Las fotografías de la guerra

La selección de las fotos fue realizada por la propia Biblioteca Nacional del Uruguay. En su mayoría son parte de la colección de la casa Bate & Cia., de Montevideo, que las había comercializado por medio de los diarios “El Siglo” y “La Tribuna», en álbumes de la “Guerra Ilustrada”.

La Guerra Grande fue la tercera en el mundo en ser fotografiada. La Casa Bate & Cia tuvo como ejemplo las fotografías de la Guerra de Crimea (1853 – 1856) en la que participó Roger Fenton, considerado el primer fotógrafo oficial de guerra y la cobertura fotográfica de la Guerra de Secesión norteamericana (1861- 1865), realizada por Mathew Brady y un grupo de 20 prestigiosos fotógrafos que se trasladaron al campo de batalla con laboratorios móviles y daguerrotipos, obteniendo un enorme éxito comercial.

El General Palleja, comandante de las fuerzas uruguayas en la batalla de Boquerón, había realizado un comentario en una entrevista a un diario uruguayo, donde se preguntaba por qué con tantos fotógrafos en Buenos Aires y Montevideo, no había uno solo en el frente, a un año de haberse iniciado la guerra contra el Paraguay.

Así, tomando en parte ese reclamo, en mayo de 1866, Bates &Cia. envía al fotógrafo Javier López acompañando al ejército uruguayo al frente de batalla. En setiembre de ese mismo año, comercializaba las fotos de la guerra a través de los dos diarios.

Las imágenes no son de acciones del combate propiamente, debido a las limitaciones técnicas que ofrecía el colodión húmedo, sobre todo en cuanto al largo tiempo de exposición requerido, que hacía imposible obtener foto nítida de un objeto o sujeto en movimiento. Los fotógrafos como Javier López, se instalaban en una carpa con cámara, trípode y un laboratorio móvil que se montaba en tiendas de campaña, ya que el colodión requiere un proceso de revelado inmediato.

La mayor parte de las fotos fueron tomadas desde el frente aliado, por lo que no ilustraron a combatientes paraguayos, aunque fueron retratados prisioneros, legionarios e incluso cadáveres, que denotan el horror de la guerra.

 Las relaciones con Uruguay después de la contienda

Uruguay fue el primero de los países participantes de la Guerra de la Triple Alianza que devolvió los trofeos al Paraguay.

La participación del Uruguay en el conflicto estuvo determinada por cuestiones de política interna, generando fuertes rechazos en la población uruguaya. Esto explica, al menos en parte, las inmediatas iniciativas del Gobierno uruguayo para restablecer los lazos históricos con Paraguay a pocos años de finalizar la Guerra.

En 1885, el Presidente uruguayo Máximo Santos dirigió un mensaje al Parlamento solicitando la devolución de los trofeos de guerra, obteniendo el necesario respaldo parlamentario.

En ese mismo año una comitiva presidida por el ministro de Guerra Don Máximo Tajes, el senador Carlos de Castro, los diputados Nicolás Granada y Clodomiro Arteaga y el Dr Lindoro Forteza, arribó a Asunción entregando oficialmente al presidente Bernardino Caballero los siguientes trofeos: un peto de armadura de metal; un espaldar de armadura de coraza de metal; dos quepis de cuero de las tropas de la caballería paraguaya; un rebenque de alpaca y cuero, una montura de cuero, utilizada por los jinetes de la caballería paraguaya; un fusil de chispa de procedencia francesa; una bayoneta de fusil de chispa, para el combate cuerpo a cuerpo; un sable curvo con vaina, de oficial paraguayo y un sable perteneciente a un oficial de la Armada Paraguaya, con dragona y vaina.

El gobierno del presidente Bernardino Caballero, como gesto de retribución al Uruguay decidió renombrar la entonces Plaza San Francisco, con el nombre de Plaza República Oriental del Uruguay,hoy conocida como Plaza Uruguaya.

De la inauguración, también participaron, el ministro de Defensa, Bernardino Soto; el embajador Federico Perazza, Margarita Morselli, directora del Cabildo; además de numerosos invitados.

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