Yaundé.- Los gobernadores de las regiones de habla inglesa del noroeste y del suroeste de Camerún declararon hoy un toque de queda de dos días, en la víspera del primer aniversario desde que los separatistas proclamaran de forma simbólica su independencia en 2017, confirmaron a Efe fuentes oficiales.
Esta medida implica, en casi todas las ciudades de ambas regiones, la restricción de movimiento tanto de bienes como de personas, la prohibición de reunirse y del uso del transporte público y privado; así como el cierre de negocios.
«Esta medida tiene como objetivo evitar la celebración de manifestaciones el próximo 1 de octubre, fecha de conmemoración de la Independencia del Camerún de habla inglesa», confirmó a Efe una fuente de seguridad de la ciudad suroccidental de Buea.
Las autoridades temen que los numerosos grupos separatistas pasen a la acción durante estos días, previos a las elecciones generales del próximo 7 de octubre, en las que el presidente Paul Biya, de 85 años, se postula para un séptimo mandato.
Uno de los líderes rebeldes de Ambazonia -como denominan estos grupos armados a las dos regiones de habla inglesa-, Cho Ayaba, amenazó recientemente en su Facebook con promover «acciones importantes a partir del 1 de octubre» con el fin de demostrar «quién controla realmente las áreas anglófonas».
La denominada «crisis anglófona» comenzó en 2016, pero desde finales del año pasado se recrudeció como consecuencia de la dura represión del Ejército y la aparición de grupos armados, como las Fuerzas de Defensa de la Ambazonia (ADF), que reclaman la independencia de este 20 % del territorio nacional.

El 1 de octubre del año pasado -fecha que conmemora la reunificación de Camerún en 1961- grupos nacionalistas anglófonos autoproclamaron de forma simbólica la independencia de Ambazonia, siendo reprimidos por el Ejército.
Al menos 40 manifestantes murieron a causa de la violencia policial, según International Crisis Group (ICG), que contó «decenas de miles de manifestantes».
Desde el inicio de este crisis, al menos 3.000 civiles y unos 150 militares han muerto, según el Centro Subregional para los Derechos Humanos y la Democracia en el África Central (Acnudh), y más de 200.000 personas han sido desplazadas. EFE