El papa denuncia en Kenia la “atroz injusticia” impuesta a una minoría

Nairobi.- El papa Francisco denunció este viernes en Kangemi, uno de los barrios más pobres de Nairobi, la “atroz injusticia” que viven los habitantes de las “periferias contaminadas” y “abandonadas” por minorías que “concentran poder y riqueza”.

“¿Cómo no denunciar las injusticias que sufren? La atroz injusticia de la marginación urbana. Son las heridas provocadas por minorías que concentran el poder, la riqueza y derrochan con egoísmo mientras crecientes mayorías deben refugiarse en periferias abandonadas, contaminadas, descartadas”, dijo Francisco.

El papa habló en la iglesia de San José Obrero, llevada por jesuitas, en este inmenso barrio de más de 100.000 habitantes.

El discurso, dedicado a la urbanización, es el más crítico de su viaje a África y completaba el que ya pronunció la víspera en favor del medioambiente y la justa distribución de recursos ante las agencias de la ONU en Nairobi.

Frente a los fieles de Kangemi, Francisco denunció “nuevas formas de colonialismo” que relegan a los países africanos a ser “piezas de un mecanismo y de un engranaje gigantesco”, y los someten a presiones “para que se adopten políticas de descarte, como la de la reducción de la natalidad”.

Criticó “la falta de acceso a las infraestructuras y servicios básicos: baños, alcantarillado, desagües, recogida de residuos, luz, caminos, pero también a escuelas, hospitales, centros recreativos y deportivos, talleres artísticos”.

“Negarle el agua a una familia, bajo cualquier pretexto burocrático, es una gran injusticia, sobre todo cuando se lucra con esta necesidad”, lamentó.

También condenó la “injusta distribución del suelo (…) que lleva en muchos casos a familias enteras a pagar alquileres abusivos por viviendas en condiciones edilicias nada adecuadas” y el “acaparamiento de tierras por parte de ’promotores privados’ sin rostro, que hasta pretenden apropiarse del patio de las escuelas de sus hijos”.

En enero, la policía utilizó gases lacrimógenos para dispersar a niños que se manifestaban contra el acaparamiento de un terreno de su escuela para un proyecto inmobiliario relacionado con un dirigente político, lo que provocó un enorme escándalo en Kenia.

La “hostilidad que sufren los barrios populares se agrava cuando la violencia se generaliza y las organizaciones criminales, al servicio de intereses económicos o políticos, utilizan a niños y jóvenes como ’carne de cañón’ para sus negocios sangrientos”, prosiguió, rindiendo homenaje a “las mujeres que luchan heroicamente para proteger a sus hijos e hijas de estos peligros”.

Recordando el “derecho sagrado a las ’tres T’, tierra, techo y trabajo”, el papa abogó por una “respetuosa integración urbana”.

“Ni erradicación, ni paternalismo, ni indiferencia, ni mera contención”, dijo.

Después de que una religiosa del barrio deplorara que solo el 4% del clero de Nairobi trabaja en los suburbios pobres que concentran a la mitad de la población capitalina, Francisco hizo un llamamiento a todos los cristianos “para que se involucren”.

“En verdad, dijo al principio de su discurso, me siento como en casa”.

El pontífice argentino desató una atronadora ovación de los numerosos fieles, que hasta entonces habían permanecido silenciosos, al despedirse en suahili: “Mungu awabariki” («Que Dios los bendiga»).

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