El violento rechazo a la ley laboral complica el futuro de Hollande

París.-Se produjeron serios incidentes que dejaron heridos en extrema gravedad y detenidos en el cuarto día consecutivo de protestas contra la reforma, que será debatida el próximo martes.

Violentos enfrentamientos, con heridos graves y detenidos, marcaron ayer en Francia la cuarta jornada de movilización contra la futura ley laboral, que será debatida por el Parlamento el martes.

Veinticuatro policías y gendarmes resultaron heridos, tres de ellos «de extrema gravedad», durante la jornada de protesta convocada por siete sindicatos y estudiantes que reclaman el retiro definitivo del proyecto. Una vez más, los desmanes se produjeron al margen de los desfiles, sobre todo en París, Nantes, Marsella y Rennes, protagonizados por encapuchados que lanzaron piedras, adoquines, extintores e incluso bombas incendiarias contra las fuerzas del orden, causando cuantiosos daños materiales, informa el diario Argentino La Nación.

En la capital, los principales enfrentamientos se produjeron cuando el cortejo llegó a la plaza de la Nación y unos 300 vándalos con la cabeza cubierta atacaron a la policía. En los suburbios, entre 60 y 100 jóvenes, calificados de «anarquistas» por las fuerzas del orden, se agruparon por la mañana para tratar de bloquear el puerto fluvial más importante de la región. Allí incendiaron neumáticos, antes de dirigirse a Saint Denis, al norte de París, para tratar de paralizar una central de autobuses. Fue allí donde estallaron los enfrentamientos más importantes.

El ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, que condenó las violencias «con la mayor firmeza», informó que 124 personas fueron detenidas en todo el país. «Pido a los organizadores de las manifestaciones que condenen con la misma firmeza que yo los desbordes provocados por un puñado de inadaptados», declaró el ministro en la ciudad de Lyon.

En esta cuarta jornada de manifestación, los sindicatos consiguieron reunir unos 170.000 manifestantes en todo el país, según la policía (500.000 según los organizadores). Si bien el número de participantes superó ligeramente la movilización del 9 de abril, cuando 120.000 personas salieron a la calle, estuvo lejos de igualar la protesta del 31 de marzo, que reunió al menos 300.000.

Desde el primer día, sus detractores denuncian ese proyecto de ley que -afirman- tiende a eliminar gran parte de los logros sociales obtenidos en los últimos 50 años.

Ante la virulencia de la protesta desatada por la primera versión de la futura ley, el gobierno suprimió las medidas más resistidas. Pero François Hollande y su primer ministro, Manuel Valls, siguen afirmando que el proyecto no será retirado.

No obstante, la situación parece ser inextricable para el presidente, que considera ese proyecto la gran reforma de su quinquenio. Por un lado, estudiantes y asalariados exigen el retiro simple y llano del texto. Por el otro, la poderosa central de empresarios Medef se niega empecinadamente a aceptar cualquier modificación y amenaza a cada momento con retirarse de la mesa de negociaciones. Resultado: en vísperas del inicio del debate parlamentario el martes próximo, la ley parece menos viable que nunca.

Con apenas el 17% de opiniones favorables -según un sondeo publicado anteayer por el instituto Odoxa-, abandonar esa reforma significaría un golpe de gracia para las esperanzas de Hollande de ser candidato a su propia sucesión en las elecciones presidenciales de 2017.

Colmo de la humillación, a fines de marzo el jefe de Estado tuvo que renunciar a su anunciada reforma constitucional, que preveía retirar la nacionalidad a los autores de atentados y regular el estado de emergencia. Después de cuatro meses de ásperas negociaciones y 63 horas de debates parlamentarios, la oposición de derecha y, sobre todo, el ala izquierda de su propio partido (Socialista) aniquilaron el proyecto.

En esas condiciones, y después de haber desbloqueado entre 400 y 500 millones de euros en ayuda para los jóvenes, el gobierno espera ahora una usura de la protesta y escruta con atención el número de manifestantes.

El gobierno señala igualmente que las huelgas de los transportes fueron poco acatadas. Según la empresa nacional de ferrocarriles (SNCF), el 90% de los trenes circuló ayer normalmente en todo el país, mientras el tráfico fue normal en las líneas internacionales. Por su parte, los sindicatos explican el aparente estancamiento de la participación por las vacaciones escolares, que habrían desmovilizado a una parte de la juventud, sobre todo a los estudiantes secundarios.

Pero si bien las manifestaciones reúnen menos gente que el 31 de marzo, la protesta social se amplificó con el movimiento Nuit Debout, que sigue ocupando la simbólica plaza de la República, en París, así como con el conflicto en la SNCF, debido a la apertura del sector a la competencia extranjera.

La protesta continuará en los tradicionales desfiles del 1° de mayo, igualmente focalizada en ese texto, antes de una nueva jornada de acción prevista para el martes próximo, cuando comenzará el debate parlamentario, que se extendería varias semanas.

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