Iglesia insta a tomar un compromiso real con los más necesitados

Caacupé, IP.- Un compromiso real con la justicia, por el desarrollo humano y por la dignidad de los más pobres, fue lo que instó a asumir hoy el monseñor Joaquín Robledo, obispo de la Diócesis de San Lorenzo, durante su homilía en el séptimo día de novenario a la Virgen de Caacupé.

Con el tema «Los frutos del espíritu santo en la vida de los cristianos», el obispo Robledo hizo una reflexión sobre el llamado que hace Dios a los hombres para vivir movidos por un espíritu de solidaridad, dejando de lado el egoísmo y las ambiciones terrenas.

«Estamos llamados como Iglesia a estar atentos a las necesidades de muchos hermanos, para ser solidarios con ellos, de esa manera podemos dar frutos de verdad y de conversión. El reino de Dios, que es el anuncio fundamental de Jesús, y que ese reino está presente entre nosotros significa que la justicia y la paz reine para los pobres y para los marginados», dijo el religioso.

En ese sentido afirmó que el evangelio el evangelio es una invitación a un compromiso real con la justicia, por el desarrollo humano y por la dignidad de los más pobres. «Dios está a favor de los humildes y sencillos y está presente en el corazón de los que aman y respetan a sus hermanos. Está presente con nosotros cuando buscamos la paz y la justicia», afirmó.

El mensaje también puso énfasis, como todos los días del novenario, en un llamado a los jóvenes, afirmando que «los jovenes son capaces de construir el reino de Dios». «Queridos jóvenes, dejémonos guiar por el espíritu santo, nuestros frutos son los del espíritu que actúa en nosotros, porque la carne se resiste de mil formas a esas exigencias del amor, mientras que el hombre espiritual es el que se deja llevar por el espíritu», dijo.

Afirmó que cuando somos dóciles a la dirección del espíritu nuestra vida moral adquiere unos rasgos de bondad, de libertad, de paz, de alegría, de generosidad, de paciencia y de dominio de sí mismos, y que la guía del espíritu santo no elimina ni disminuye nuestra libertad, sino que la eleva y la sostiene, facilitándole esa actitud de docilidad interior.

Concluyó su homilia recordando las palabras del Papa Francisco, quien dijera que las bienaventuranzas solo podemos vivirlas «si el Espíritu Santo nos invade con toda su potencia y nos libera de la debilidad del egoísmo, de la comodidad y del orgullo».

«Que la eucaristía que celebramos nos ayude a abrir nuestro corazón a Dios y como comunidad cristiana nos comprometamos a vivir el espíritu de las bienaventuranzas, que es el espíritu de Cristo, y que la Virgen de Caacupé interceda por nosotros para que los frutos del espíritu santo se manifiesten en nuestras vidas, y para que seamos testigos de las bienaventuranzas del reino de Dios», concluyó.

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