La cumbre de Madrid cerró sin avances y aplazó para 2020 los objetivos centrales

Madrid.-Sabor a fracaso. La 25» Cumbre del Clima, la más larga de la historia, concluyó ayer con la aprobación de un documento titulado Chile-Madrid. Tiempo de actuar, un texto sin relevancia que reflejó los desacuerdos que sobrevolaron durante toda la reunión multilateral y que decepcionó a los más enérgicos por haber esquivado los retos de la emergencia climática.

Dos intensas semanas de negociaciones, con una prórroga récord de 42 horas, no permitieron reunir a los casi 200 países participantes en esta conferencia de la ONU en Madrid detrás de una posición fuerte, confirmando que el entusiasmo con el que se suscribió el Acuerdo de París en 2015 apenas sobrevive.

El acuerdo final establece que los países deberán presentar el año próximo unos compromisos más ambiciosos de reducción de emisiones (las llamadas contribuciones nacionales determinadas) para hacer frente a la emergencia. Según el acuerdo, el conocimiento científico será «el eje principal» que debe orientar las decisiones climáticas de los países para aumentar su ambición, que debe actualizarse permanentemente según la evolución de los datos científicos.

Grandes países emisores, como China y la India, se habían resistido incluso a comprometerse a ese consenso de mínima. Estados Unidos todavía más, al haber anunciado su retirada del Acuerdo de París. Solo la Unión Europea había dado un paso al frente al aprobar alcanzar la neutralidad de carbono en 2050.

«Se formaron dos grupos: quien quiere ir más deprisa y quien quiere escudarse en lo que hasta ahora ha sido insuficiente, para (así) no seguir avanzando», dijo la ministra para la Transición Ecológica española, Teresa Ribera, que facilitó en gran parte las agónicas negociaciones de los últimos dos días.

«Su intervención contribuyó a obtener un mínimo resultado necesario para 2020, junto a una ‘alianza progresista de pequeños Estados insulares, países europeos, africanos y latinoamericanos'», dijo la francesa Laurence Tubiana, una de las arquitectas del Acuerdo de París.

Los llamamientos a intensificar y acelerar los esfuerzos habían sido inequívocos. La ciencia elevó al máximo la alerta en cuanto a los peligros climáticos a los que se enfrenta el planeta, con la suba del nivel del mar y la multiplicación de fenómenos extremos como olas de calor, sequías e inundaciones.

Al ritmo actual de emisiones, la temperatura mundial se elevará 4°C o 5°C a finales de siglo, mientras que la «seguridad climática» solo se logrará limitando el aumento a menos de 2°C e idealmente 1,5°C.

Frustración

Los países insulares amenazados por la suba del mar no ocultaron su frustración. «Ayer les dije que tenía que volver a casa y poder mirar a los ojos a mis hijos respecto de lo que hicimos en Madrid. El resultado no me permite hacerlo», dijo Tina Stege, enviada de las Islas Marshall, un territorio que se encuentra en la primera fila de la catástrofe.

La regulación de los mercados de carbono, el último capítulo que permanecía abierto del Acuerdo de París y que tampoco se había resuelto en la COP24 por la oposición de Brasil, quedó nuevamente aplazado.

Estos mercados ponen un precio a las emisiones de dióxido de carbono, el principal responsable del calentamiento climático, y permiten a los países o empresas canjear permisos de emisiones que pueden reducirse de forma constante.

Varios países de Europa y otras regiones dijeron que era mejor no alcanzar ningún acuerdo sobre cómo regular el canje de créditos por emisiones, ante la falta de consensos sobre el tema, que aprobar un mal acuerdo que pudiera socavar los mecanismos ya en vigor.

El resultado de la cumbre refleja una «resistencia» a avanzar, señaló el activista Alden Meyer, un veterano observador de estas reuniones. «Si esta situación no cambia» antes de la COP26, a finales de 2020 en Glasgow, Escocia, la meta de limitación de calentamiento «resultará casi imposible», alertó.

Sébastien Treyer, director del Instituto de Desarrollo Sostenible y de Relaciones Internacionales, advirtió a su vez que los bloqueos «fueron síntoma de un estado general de polarización y de no cooperación entre países; la comunidad internacional está fragmentada».

La misma decepción reveló Fridays for Future, el movimiento liderado por la joven sueca Greta Thunberg. Sus delegados llevaron a la cumbre «el mensaje de siete millones de ciudadanos de todo el planeta que exigen acción climática» y anunciaron nuevas acciones para exigir una acción climática ambiciosa que ponga a los derechos de las mujeres y de los indígenas en el centro de los planes climáticos.

«La ciencia es categórica, pero es ignorada. Pase lo que pase no abandonaremos. Esto es solo el principio», tuiteó Greta cuando ya estaba claro que la cumbre de Madrid se encaminaba al fracaso.

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