La inflación golpea los bolsillos en Estados Unidos y complica a Joe Biden

Washington.-Al menos una vez por semana, un equipo de los principales asesores del presidente Joe Biden se reúne por Zoom para hablar de la crisis de la cadena de suministro del país.

Analizan formas de atenuar los retrasos en los puertos estadounidenses, aumentar la producción de semiconductores para los fabricantes de automóviles en dificultades y engrosar las filas de los conductores de camiones.

Las conversaciones tienen un único objetivo: frenar la aceleración del aumento de los precios que afecta la recuperación económica, inquieta a los consumidores y debilita la popularidad de Biden.

El aumento de la inflación supone un nuevo reto para Biden, que durante meses insistió en que la subida de los precios era un resabio temporal de la recesión pandémica y que remitiría rápidamente.

En cambio, el presidente y sus colaboradores se preparan ahora para que la alta inflación persista hasta el año que viene, mientras los estadounidenses siguen viendo aumentos más rápidos -y sostenidos- que en cualquier otro momento de este siglo en el precio de los alimentos, los combustibles y otros bienes de consumo.

Esta realidad complica el proyecto de Biden de sancionar una amplia legislación destinada a apoyar a los trabajadores, ampliar el acceso a la educación y luchar contra la pobreza y el cambio climático. Además, afecta los índices de aprobación del presidente, lo que podría poner en peligro el ya tenue control de los demócratas sobre el Congreso en las elecciones de mitad de mandato de 2022.

Popularidad en caída

Encuestas recientes muestran que la preocupación de los estadounidenses por la inflación debilita su confianza económica y hace mella en su opinión sobre el desempeño de Biden.

Las encuestas nacionales que realizaron CNBC y Fox News muestran un fuerte descenso en la calificación de los votantes sobre el desempeño general de Biden y su gestión de la economía, a pesar de que el desempleo ha descendido rápidamente durante su mandato y la producción económica se ha fortalecido hasta alcanzar el ritmo más veloz desde que Ronald Reagan era presidente.

La preocupación de los votantes por el aumento de los precios se incrementó en el último mes.

Los funcionarios del gobierno respondieron presentando el interés de Biden en el que sería su proyecto de ley de gastos distintivo como un esfuerzo para reducir los costos que deben afrontar las familias estadounidenses, haciendo referencia a disposiciones para ponerle techo al costo de las guarderías infantiles y ampliar los subsidios a la educación superior, entre otros planes.

Y han movilizado a su personal para buscar opciones para desatascar las cadenas de suministro, reincorporar a más personas a la fuerza laboral y reducir el costo de los alimentos y la nafta promoviendo una mayor competencia en la economía mediante acciones ejecutivas.

«Volver a poner en marcha la economía después de la pandemia presenta claros desafíos y estamos convocando a los funcionarios de los estados y los municipios, al sector privado y a los trabajadores para resolverlos, de modo que los precios bajen», dijo en una entrevista Kate Berner, subdirectora de comunicaciones de la Casa Blanca.

Altos funcionarios de Biden subrayan que las políticas de la administración contribuyeron a acelerar la recuperación económica de Estados Unidos. Los trabajadores están recibiendo los mayores aumentos salariales de las dos últimas décadas.

El crecimiento se recuperó en la primera mitad del año, impulsado por la ley de ayuda económica de 1,9 billones de dólares que el presidente aprobó en marzo. La expansión del país sigue superando a la de otros países ricos del mundo.

La inflación y la escasez de algunos bienes son el reverso de esa ecuación. El precio de los automóviles se elevó como consecuencia de la fuerte demanda y la falta de semiconductores. La nafta alcanzó el precio por litro más alto en siete años.

Un cambio en las preferencias de los consumidores y las complicaciones en las cadenas de suministro por la pandemia han retrasado los envíos de muebles, electrodomésticos y otros bienes de consumo. Millones de estadounidenses, que ahorraron dinero gracias a la ayuda del gobierno durante la pandemia, se demoran en volver a sus puestos de trabajo, lo que hizo subir los costos laborales de las empresas y el precio de los alimentos en muchos restaurantes.

Gran parte de esto está fuera del control de Biden. La inflación aumentó en los países ricos de todo el mundo, en tanto la pandemia dificultó la circulación de bienes y componentes entre países.

Los consumidores, preocupados por el virus, desplazaron el gasto hacia los bienes en lugar de los servicios; los viajes y el turismo siguen deprimidos y el precio de la energía subió conforme se disparaba la demanda de combustible y electricidad con la reanudación de la actividad empresarial y algunas perturbaciones meteorológicas relacionadas con el cambio climático.

Pero algunos economistas, entre ellos veteranos de anteriores administraciones demócratas, dicen que gran parte de las dificultades de Biden con la inflación son autoinfligidas.

Lawrence H. Summers es uno de los que sostienen que el proyecto de ley de estímulo que el presidente promulgó en marzo dio demasiado impulso al gasto de los consumidores en un momento en que las interrupciones en la cadena de suministro le dificultan a los estadounidenses obtener lo que quieren comprar.

Summers, que formó parte de los gobiernos de Obama y Clinton, dice que ahora la inflación corre el riesgo de descontrolarse; otros economistas demócratas están de acuerdo en que hay riesgos.

«El pecado original fue un Plan de Rescate sobredimensionado. Contribuyó a una mayor producción, pero también a un aumento de los precios», dijo Jason Furman, economista de Harvard que presidió el Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca bajo la presidencia de Barack Obama.

Entre algunos demócratas importantes esto causa preocupación por los problemas de precios que podría generar el ambicioso paquete de gastos del presidente, lo que complica la estrategia de Biden.

Biden trató de fundamentar que las inversiones de su proyecto de ley de gasto moderarán el aumento de los precios con el tiempo. Pero mostró dificultades para identificar las medidas que puede tomar en lo inmediato para mitigar el daño que causan saltos de precios resonantes como el de los combustibles.

Algunos miembros de su gobierno abogan por movilizar a la Guardia Nacional para ayudar a desatascar puertos que están repletos de importaciones que esperan ser entregadas a los consumidores de todo el país. Biden planteó la posibilidad de recurrir a la reserva estratégica de petróleo para aumentar modestamente su suministro o de negociar con los productores de petróleo de Oriente Medio para que aumenten la producción.

Durante una audiencia pública en CNN la semana pasada, Biden reconoció los límites de su poder al decir: «No tengo una respuesta en el futuro cercano» para bajar el precio de la nafta.

El presidente prevé que sólo bajará el próximo año. «No veo nada que vaya a ocurrir mientras tanto que haga bajar significativamente el precio de la nafta», señaló.

Janet Yellen, secretaria del Tesoro, dijo el domingo en el programa «State of the Union» de CNN que prevé una mejora en la tasa general de inflación «para mediados o fines del año que viene, la segunda mitad del año que viene».

Como el público estadounidense llevaba casi 40 años sin ver inflación ni preocuparse por ella, el tema ofrece una oportunidad a la oposición. Los republicanos han usado los aumentos de precios como arma contra la política económica de Biden, advirtiendo que un mayor gasto agravaría el sufrimiento de los estadounidenses de a pie.

«Está por todas partes», declaró en una entrevista el representante Kevin Brady de Texas, el principal republicano de la Comisión de Medios y Arbitrios. «Uno no puede vivir la vida sin ver que su sueldo compra menos cosas».

Los funcionarios de la Casa Blanca monitorean la presión inflacionaria desde hace meses. Siguen convencidos, como lo estaban en abril, de que el aumento de los precios no se descontrolará ni obligará a la Reserva Federal a subir bruscamente las tasas de interés, lo que podría frenar el crecimiento.

El presidente y sus principales asesores siguen confiando en que el aumento de los precios empezará a bajar mucho antes de las elecciones de mitad de mandato.

Defienden la magnitud del plan de rescate y dicen que los estadounidenses centran su atención en la inflación en este momento porque el éxito de la ley de estímulo aceleró el crecimiento de la economía y el empleo y retiró de la mesa un tema más amplio: la disponibilidad de puestos de trabajo para quienes los quieren.

«Es una visión muy incompleta tratar de evaluar la economía, e incluso la opinión de la gente sobre la economía, mirando sólo la inflación», dijo en una entrevista Jared Bernstein, miembro del Consejo de Asesores Económicos de Biden. «También hay que valorar la solidez de la expansión y cómo está multiplicando las oportunidades de empleo y de ingresos».

Bernstein y otros asesores dicen que muchas de las causas de la inflación ya están mejorando. Hacen referencia a los cálculos de Mark Zandi, economista de Moody’s Analytics, que indican que los estadounidenses que abandonaron la fuerza de trabajo empezarán a volver en masa al mercado laboral en diciembre o enero, ya que probablemente para entonces habrán agotado sus ahorros.

Los asesores también siguen estudiando más medidas que podrían tomar, como aumentar el número de camioneros cerca de los puertos y obligar a que haya precios más bajos y más competencia en la industria alimentaria.

«Siempre estamos atentos a todo», dijo Berner.

A lo que muchos funcionarios añaden una advertencia: casi todo lo que la Casa Blanca podría hacer ahora tardará en hacer bajar los precios.Clarín.

Compartir: