La tensión social, muy cerca de Miraflores

Caracas.- A sólo unas cuadras del Palacio de Miraflores y en pleno corazón del chavismo, como lo denominan en la revolución. La conflictividad social, que no deja de crecer en Venezuela, se acercó ayer hasta muy cerca de las puertas presidenciales en el centro de Caracas.

Unas 200 personas, al grito de «¡Queremos comida!», se concentraron de forma espontánea en las avenidas de las Fuerzas Armadas y Urdaneta. La gente llevaba horas en una de las eternas colas venezolanas, esta vez a la espera de la llegada de alimentos regulados, a un precio moderado frente a la locura inflacionista que padece el país.

La ira ciudadana se despertó al comprobar cómo los alimentos eran desviados por los militares, que tienen órdenes de entregárselos a los consejos comunales. El gobierno de Nicolás Maduro apostó por los Comités Locales de Abastecimiento y Distribución (CLAP) como solución a lo que denominan la «guerra económica», que consisten en unas bolsas de comida que se entregan en mano, muchas veces en los domicilios. Pero, según la oposición y varias ONG, los favorecidos son los militantes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), los simpatizantes del gobierno o los propios consejos comunales.

«Buena parte de los CLAP está conformada por miembros de agrupaciones paramilitares. Su función es reprimir e imponer discriminación», denunció Provea, una organización de derechos humanos.

Espoleados por los más envalentonados, una parte de los manifestantes corrió al grito de «¡Y va caer, y va caer, este gobierno va a caer!» y «¡Para Miraflores!», hasta que se toparon con una barrera conformada por la Guardia Nacional y la Policía Bolivariana, que los reprimió con gases lacrimógenos, informa La Nación.

No fueron los únicos en actuar: las famosas brigadas de choque del chavismo atacaron a varios equipos de prensa que cubrían la protesta. Y lo hicieron con la connivencia policial, como demostraron varios videos y fotos tomados en los incidentes. El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa contabilizó 17 periodistas agredidos, asaltados o amenazados.

Una de las zonas más comerciales de la ciudad se convirtió así en un «manifestódromo» de calles cortadas, estaciones de subte cerradas y comercios con las persianas bajas. Muy distinto, pero muy cercano, al que habitualmente usa el gobierno para sus marchas a favor de Maduro. Anteayer fueron los estudiantes oficialistas quienes se manifestaron, y ayer, los indígenas que apoyan al presidente, todos ellos clamando contra la Organización de los Estados Americanos (OEA).

El chavista Jorge Rodríguez, alcalde de Caracas, reaccionó de inmediato: «Los saqueos son inducidos por la oposición». Incluso acusó a Bandera Roja, un partido marxista, de estar detrás de los incidentes.

Caracas, pese a ser la ciudad menos desabastecida del país (sufre un 85% de escasez), percibe en los últimos días cómo crece la tensión social. El martes las protestas llegaron hasta Catia, la zona más popular del Oeste, por las mismas causas que ayer levantaron al centro. En cambio, al Este, en Petare (una de la mayores villas de América latina) la llama se prendió por los cortes de agua. En ambos casos la Guardia Nacional se tuvo que emplear a fondo para sofocar la ira de la gente.

Compartir: