Latinoamérica, muy vulnerable al impacto de la crisis

Londres.-América Latina es una de las regiones más débiles al impacto provocado por el coronavirus, según un informe de Oxford Economics, una organización británica especializada en análisis y pronósticos económicos globales.

Eso se justificaría, dice el documento, por los limitados márgenes fiscales con que cuentan la mayoría de las economías latinoamericanas. Pero no sólo por ello.

La región no estaba preparada para este cataclismo planetario (lo cierto es que ninguna zona del mundo lo estaba). Latinoamérica es realmente más vulnerable por su dependencia de las materias primas, de China y de la inversión extranjera, tres factores ampliamente afectados por la expansión de este mortífero síndrome. La caída del precio del cobre o del petróleo, motivada por el brusco descenso de la demanda a escala global, es un argumento de peso que recorta los ingresos en pleno freno de la actividad económica.

No es menos cierto que la región tiene (o ha tenido, para ser más preciso) más margen de maniobra para reaccionar que en Europa pues se veían venir, claras y altas, las peligrosas ondas de choque que llegaban desde Asia, atravesando el Viejo Continente y el Océano Atlántico. Pero algunos países no han aprovechado esos valiosos días extra.

Los dos casos más evidentes han sido México y Brasil, los dos Estados más poblados de la región, con aproximadamente 320 millones de habitantes. Otros han tomado al toro por los cuernos y han respondido con más celeridad incluso cuando el COVID-19 aún no les había enseñado mucho sus garras afiladas.

Latinoamérica ya era la región que más despacio crecía antes de que se produjera la tormenta perfecta activada por la tremenda fuerza de la pandemia y el desplome histórico del precio del crudo. Todavía no había salido de la resaca del fin del boom de los precios de las materias primas y de las protestas callejeras contra la desigualdad social sucedidas en Chile o en Colombia.

Según las primeras estimaciones, difundidas hace 15 días por la mencionada Oxford Economics, la actual volatilidad de los mercados financieros y un precio del petróleo cercano a los 30 dólares estadounidenses apuntaban a una pérdida del PIB del 0,7% para este año 2020 en Latinoamérica. Esos pronósticos se han quedado, desgraciadamente, muy cortos y la propia compañía ya los está actualizando a la baja. El escenario de recesión resulta inevitable.

Algunos gobiernos se las prometían muy felices afirmando que el clima cálido propio del subtrópico y un aislamiento relativo pero no absoluto eran más que suficientes y que no había que alarmarse demasiado por el maldito agente patógeno SARS-CoV-2.

El propio presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, señalaba que los medios de comunicación estaban sembrando el pánico entre la población. A principios de marzo, rechazó los consejos de su ministro de Sanidad, Luiz Henrique Mandetta, de promover el aislamiento social, acudió a mítines políticos contra el Parlamento y dijo que el COVID-19 era «apenas una gripecilla o un resfriadito». «No podemos parar una fábrica de autos porque hay accidentes de tránsito», señaló entonces. Bolsonaro se enfrenta a prácticamente todos los gobernadores del país, entre ellos el de Sao Paulo, Joao Doria, que le exigen que apoye medidas más severas de cuarentena.

A principios de esta semana, el máximo representante del Gobierno de Brasilia se dio de bruces con la tozuda realidad. Arreciando los cacerolazos contra su gestión, el líder ultranacionalista apareció con la mascarilla puesta hablando a la patria. Su país es el más afectado de Latinoamérica.

Muy preocupante es la situación en las favelas, donde se hacinan miles de personas pobres sin servicios básicos, porque no se atisba una estrategia federal coherente para contener el tsunami y afrontar esta desbordante emergencia sanitaria. Ahora, después de perder un tiempo vital, Bolsonaro propuso un pacto a los gobernadores y declaró en una alocución televisiva que el país se encuentra «delante del mayor desafío de nuestra generación. Mi preocupación siempre fue salvar vidas». Pero luego volvió a arremeter contra los líderes regionales en las redes sociales.

El negacionista brasileño está siendo un irresponsable ante unas gravísimas consecuencias, a diferencia de su vecino, el presidente argentino, Alberto Fernández, cuyo Ejecutivo prohibió durante un mes, desde el 16 de marzo, los vuelos procedentes de Europa y Estados Unidos. En Argentina el aislamiento social preventivo y obligatorio quedó instaurado por decreto desde el 20 de marzo.

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