Monseñor instó a construir una sociedad que supere la inequidad social y los vicios de la corrupción

Asunción, Agencia IP.- En el quinto día de novenario en honor a la Virgen de los Milagros de Caacupé, el obispo de Villarrica del Espíritu Santo, Adalberto Martínez, reflexionó sobre el tema «Vocación misionera de los laicos», instando a la conversión personal para construir una sociedad que supere la inequidad social y los vicios de la corrupción. “La codicia margina, excluye y mata al prójimo por falta de salud, educación, tierra y trabajo”, afirmó.

Durante su homilía, el también administrador apostólico de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, refirió que la santidad de la vocación cristiana se pone en práctica en las situaciones temporales impregnando el mensaje evangélico y la ética de Jesús en todas las dimensiones de la vida, tanto personal, social, familiar, política, cultural, científica, y económica.

“Tomamos conciencia que tanto en la vida pública como privada hay cristianos inmaduros. La formación cristiana que se requiere aporta para el bien de la sociedad, logra que la palabra y el don de los sacramentos arraiguen conductas y valores”, manifestó este jueves.

Señaló que no alcanza con llamarse cristianos, “hay que jugarse la vida en ser como Cristo”, subrayó alegando además que los tiempos que hoy vivimos nos exigen edificar nuestra fe sobre roca firme para resistir los combates de la vida.

A ejemplo de la beata paraguaya María Felicia de Jesús Sacramentado más conocida como “Chiquitunga”, quien se destacó por su misión cristiana en favor de los vulnerables de la sociedad, el religioso indicó que la proclamación de la buena noticia que debemos anunciar están sujetas a la liberación de los cautivos, y a ser portadores de los valores del evangelio, que Jesús vivió.

Igualmente, resaltó la obediencia al Padre, la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, la lucha contra el mal, la compasión, el perdón, servicio, la solidaridad, confianza, optimismo e igualdad entre los seres humanos.

“Un nuevo Paraguay necesita laicos comprometidos con Cristo y su iglesia, que desde su conversión personal busca y trabaja por instaurar los valores del reino de Dios en nuestra sociedad. Es necesario esa conversión para que la sociedad paraguaya supere la inequidad social estructural, los vicios de corrupción, de la impunidad, del individualismo, egoísmo, de la codicia que margina, excluye y mata al prójimo por falta de salud, educación, tierra y trabajo”, reflexionó.

El monseñor remarcó que no podemos quedar indiferentes ante el dolor de nuestros hermanos indígenas y campesinos que sufren desalojos inhumanos. “Pedimos que se proteja la vida de los más vulnerables, asegurando que en su reclamo legítimo o en disputa por conflictos de propiedad, estos no sean perjudicados ni postergados a favor del poder económico de otros”, dijo.

En esa línea, expresó que nuestra sociedad esta polarizada y dividida con actitudes que impiden la consecución del bien común. “Hay una necesidad imperiosa de diálogo en la sociedad paraguaya y en la propia iglesia como parte de la sociedad. La fraternidad y amistad social son caminos para construir una sociedad mejor sin exclusiones”, sostuvo.

Al término de su meditación sobre las lecturas litúrgicas, instó a no ser indiferentes ni replegados dentro de los templos, tampoco que se esperen las directivas y consignas eclesiásticas para luchar por la justicia y formas de vida más humanas para todos.

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