Vladimir Putin encendió las alarmas en la Casa Blanca

Washington.- Joe Biden no pudo festejar su día en paz. En el feriado para homenajear a los Presidentes, el jefe de la Casa Blanca se reunió con su Consejo de Seguridad Nacional, observó cómo se agravaba la crisis en Ucrania de forma dramática y decidió aplicar sanciones económicas que podrían escalar aún más.

El estadounidense recibió con alarma el balde de agua fría que venía desde el Kremlin, cuando Vladimir Putin anunció que reconocía a las regiones pro-rusas de Donetsk y Lugansk en Ucrania y que enviaría tropas a estos territorios para “mantener la paz”.

Inmediatamente Biden se comunicó por teléfono con el canciller alemán Olaf Scholz y el presidente francés Emmanuel Macron para coordinar medidas. Luego, habló 35 minutos con el presidente ucraniano Volodimir Zelenski y le garantizó que Estados Unidos respalda la integridad territorial de Ucrania.

Biden también le informó al ucraniano sobre las sanciones que tomarían y reiteró que Estados Unidos responderá “rápida y decisivamente”, en sintonía con sus aliados y socios, a nuevas agresiones rusas contra Ucrania.

La Casa Blanca actuó rápido. Anunció que Biden firmó una orden ejecutiva para “prohibir nuevas inversiones, comercio y financiamiento por parte de estadounidenses desde, hacia o en las regiones” de Donetsk y Lugansk en Ucrania. Esto incluye exportaciones, ventas o abastecimiento directo o indirecto de Estados Unidos o de cualquier estadounidense. También prohíbe transferencia de tecnología a esos territorios.

La portavoz de la Casa Blanca precisó que esas medidas “son independientes y se agregarían a las medidas económicas rápidas y severas” que Washington tiene “preparadas en coordinación” con sus aliados occidentales “si Rusia invade aún más a Ucrania”.

La Casa Blanca calificó, de igual modo, el reconocimiento de Rusia de la independencia de las regiones separatistas de Ucrania como una «violación flagrante» de sus compromisos internacionales.

La movida de Putin enfrió en pocas horas la perspectiva de distensión que había asomado el domingo por la noche, cuando Biden y el líder ruso habían aceptado una posible reunión cara a cara para bajar los decibeles de un conflicto complejo y que tiene en vilo al mundo no solo por la cantidad de víctimas que provocaría sino por los daños económicos que causaría, especialmente a Europa, que depende en buena parte del gas ruso.

El estadounidense había aceptado la propuesta de un encuentro, siempre y cuando no hubiera una invasión. Ahora las chances de esa reunión se vuelven efímeras.

Estados Unidos y sus aliados europeos temen que Rusia invada totalmente Ucrania en forma inminente con los 150.000 soldados que tiene instalados en la frontera. El Kremlin ha calificado como falsas e “histéricas” las denuncias de Occidente sobre una posible invasión, pero las movidas de las últimas horas confirman los temores de EE.UU y sus aliados.

El Secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, ya había advertido la semana pasada que el reconocimiento que ha llegado este lunes para los territorios separatistas “socavaría aún más la soberanía y la integridad territorial de Ucrania, constituiría una grave violación del derecho internacional, y pondría en duda aún más el compromiso declarado de Rusia de continuar con la diplomacia para lograr una resolución pacífica de esta crisis”.

Si bien los territorios separatistas tienen ya relaciones extremadamente limitadas con Estados Unidos, las nuevas sanciones podrían derivar en el enfrentamiento más peligroso entre Occidente y Moscú desde la caída de la Unión Soviética.

La reacción contra la decisión de Putin fue masiva en Occidente. La OTAN condenó la decisión y la Unión Europea y el Reino Unido prometieron sanciones contra Rusia. Estados Unidos y sus aliados pidieron que el Consejo de Seguridad de la ONU se reuniera esta misma noche para analizar la situación, pero la concreción de ese encuentro dependía de la decisión de Rusia, miembro permanente del organismo y, como tal, con derecho de veto.

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