Jefe ruso de mercenarios defiende su rebelión y dice que no fue para tomar el poder

Moscú.-El líder del grupo ruso de mercenarios Wagner, Yevgueni Prigozhin, dijo hoy que su breve insurrección estuvo dirigida contra la cúpula militar de Rusia y no buscó tomar el poder, aunque su paradero seguía siendo un misterio y aún no estaba claro el impacto de la asonada sobre la guerra en Ucrania y la autoridad del presidente Vladimir Putin.

El ministro de Defensa ruso, Serguei Shoigu, contra quien estuvo dirigido el levantamiento, en tanto, hizo su primera aparición pública desde entonces, en un video con oficiales que pareció destinado a proyectar una sensación de normalidad después de la crisis política más grave del país en décadas.

En un audio de 11 minutos, Prigozhin dijo que su rebelión y su marcha hacia Moscú del sábado fue «para evitar la destrucción de la compañía militar privada Wagner» y en respuesta a un ataque ordenado por Shoigu y el jefe de las Fuerzas Armadas rusas contra un campamento de Wagner en Ucrania que mató a unos 30 combatientes.

«Comenzamos nuestra marcha por una injusticia», dijo Prigozhin en la grabación, sin dar detalles sobre dónde estaba o cuáles son sus planes futuros.

El levantamiento de 24 horas coronó meses de una creciente disputa entre el multimillonario jefe de Wagner, por un lado, y Shoigu y la cúpula militar rusa por otro, mientras los combatientes de Prigozhin peleaban en Ucrania junto al Ejército ruso y lograban importantes triunfos, aunque con altos costos en vidas de sus mercenarios.

Durante las operaciones, Prigozhin, de 62 años, había difundido múltiples videos desde el frente de batalla en los que insultaba a Shoigu y al jefe de las Fuerzas Armadas de Rusia, Valeri Guerasimov, y los acusaba de ineptos y de ser responsables de varios reveses sufridos por el Ejército en Ucrania en meses recientes.

La disputa escaló de manera dramática el sábado cuando, luego de denunciar un ataque del Ejército ruso a posiciones de Wagner en Ucrania, el líder y sus mercenarios abandonaron el país vecino y tomaron un cuartel militar en una ciudad del sur de Rusia para iniciar desde allí una marcha hacia Moscú que hizo sonar todas las alarmas.

A menos de 200 kilómetros de Moscú, donde el Ejército había desplegado tanques y soldados en previsión de posibles enfrentamientos, el Kremlin anunció un acuerdo con Prigozhin mediado por el presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, aliado de Putin y amigo del jefe de Wagner, para que Prigozhin se exilie en Bielorrusia.

El Kremlin dijo que el acuerdo incluía una amnistía para Prigozhin y sus soldados.

El jefe de Wagner no dijo hoy dónde estaba, aunque un popular canal de noticias ruso en Telegram informó que estaba en un hotel en la capital bielorrusa, Minsk.

En su declaración, Prigozhin se burló del Ejército ruso y calificó su marcha como una «clase magistral» sobre cómo debería haber llevado a cabo la invasión de Ucrania en febrero de 2022.

También arremetió contra las Fuerzas Armadas rusas por no proteger al país, señalando brechas de seguridad que permitieron a Wagner marchar 780 kilómetros, desde la ciudad de Rostov hasta una región vecina a la de Moscú, sin encontrar resistencia y bloquear todas las unidades militares en su camino.

Prigozhin no reveló detalles, pero dijo que Lukashenko «propuso encontrar soluciones para que la compañía militar privada Wagner continúe su trabajo en una jurisdicción legal».

Eso pareció indicar que Prigozhin podría mantener su fuerza militar, aunque no quedó claro de inmediato a qué jurisdicción se refería.

El medio de comunicación independiente ruso Vyorstka afirmó que se estaba construyendo un campamento para hasta 8.000 soldados de Wagner en un área de Bielorrusia unos 200 kilómetros al norte de la frontera con Ucrania.

Aunque el motín fue breve, no estuvo exento de sangre. Medios rusos informaron que las fuerzas de Wagner derribaron varios helicópteros militares y un avión de comunicaciones, matando al menos a 15 personas.

Prigozhin lamentó haber derribado el avión, pero dijo que se estaban bombardeando sus convoyes.

«El objetivo de la marcha era no permitir la destrucción del grupo Wagner y responsabilizar a aquellos que con sus acciones poco profesionales cometieron un número considerable de errores durante la operación militar especial» en Ucrania, dijo en el mensaje.

Según él, la marcha de sus hombres hacia Moscú «ha evidenciado graves problemas de seguridad en el país» porque pudieron apoderarse sin mucha resistencia del cuartel general del ejército en la ciudad de Rostov así como de varias instalaciones militares recorriendo 780 kilómetros antes de detenerse «a poco más de 200 km de Moscú».

Si las fuerzas de Wagner no avanzaron más fue, según Prigozhin, para no «derramar sangre rusa».

También dijo que no quería «derrocar el poder» y que tenía el apoyo de los civiles que se cruzó durante la marcha, informó la agencia de noticias AFP.

El Ministerio de Defensa de Rusia ha negado haber atacado el campamento de Wagner, y Estados Unidos tenía información de inteligencia de que Prigozhin estaba acumulando sus fuerzas cerca de la frontera con Rusia durante algún tiempo, lo que sugiere que la revuelta fue planeada.

Medios rusos informaron que no se ha cerrado un caso penal contra Prigozhin, a pesar de las declaraciones anteriores del Kremlin, y algunos legisladores rusos pidieron su cabeza.

Andrei Gurulev, un general retirado y actual legislador que se ha peleado con el líder mercenario, dijo que Prigozhin y su mano derecha, Dmitry Utkin, merecían «una bala en la cabeza».

Muchos analistas apuntan que la crisis en Rusia podría debilitar a las fuerzas rusas en el terreno y beneficiar a las de Kiev, que han estado librando una difícil contraofensiva durante varias semanas.

Para el Gobierno de Ucrania y sus aliados, la rebelión expuso las divisiones internas en Rusia y es un presagio de los problemas que enfrentará Rusia en Ucrania.

Los occidentales «no tuvimos nada que ver» con la fallida rebelión, afirmó hoy el presidente estadounidense Joe Biden.

Biden dijo que habló con líderes aliados sobre la rebelión.

«Coincidimos en que teníamos que asegurarnos de no dar a Putin ninguna excusa (…) para culpar de ello a Occidente y para culpar de ello a la OTAN», afirmó.

«Dejamos claro que no estábamos involucrados. No tuvimos nada que ver, era un problema dentro del sistema ruso», añadió.

El motín de Wagner muestra claramente que el asalto a Ucrania fue un «error estratégico», agregó por su parte el jefe de la OTAN, Jens Stoltenberg.Télam.

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